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『“El triste deseo desaparece lentamente 
Y su sonrisa regresó.
Solo nos dimos cuenta de su pecado
Cuando todo había acabado.”

D E S C O N O C I D O

     Cuando era pequeño, mis padres me abandonaron en una iglesia junto a un pequeño puerto, a las afueras de la ciudad que un día fue llamada "Lucifenia"

     Crecí en el orfanato, bajo los cuidados de dos amables monjas. Siempre sonreían dulcemente, no recuerdo haberlas visto llorar nunca.

     Éramos felices, a pesar de vivir en la pobreza extrema.

     —¡Hey! ¡Problemas! ¡Rin-san y Hina-san enfermaron! —anunció uno de mis amigos, que había crecido conmigo. Éramos bastantes niños en el orfanato.

     Alarmado, lo seguí hasta la habitación de nuestras madres. Abrimos las puertas de golpe, y allí, rodeada de la mayoría de los niños, yacían acostadas ambas mujeres.

     Las arrugas ya marcaban su rostro, estaban bastante mayores cuando mi memoria comenzó a guardar mejor la información, pero ahora esos detalles se notaban más que nunca.

     Los cabellos de Hina-san estaban algo más corto, y las hebras plateadas opacaban lo que anteriormente debió haber sido una bella y brillante cabellera roja. Sus ojos índigo estaban entreabiertos, y aún mantenía esa sonrisa tranquilizadora y sencilla que la caracterizaba.

     Rin-san estaba en condiciones similares. Ambas eran de la misma edad, ya rondando los 80. Su cabello plateado a media espalda, con el flequillo recogido a ambos lados de su rostro. Hina-san me contó que antes ella tenía unos hermosos cabellos dorados, pero ya no había rastro de ellos. Sonreía mientras acariciaba la cabeza de uno de los niños, que lloraba a su lado.

     Dirigieron la mirada hacia mí al llegar, y mantuvieron su sonrisa.

     Me acerqué a ambas, y me coloqué en el medio de las dos camas.

     Los demás las rodearon también, y se acercaron más a ellas, para expresarles:

     —Queremos agradecerles por cuidarnos —dijo uno de los niños.

     —No importa que sea algo tonto o simple —añadió otro.

     —¿No desean nada? —culminé.

     Ellas sonrieron, y se miraron entre sí, y nos contestaron. Primero Rin-san

     —Siempre he estado esperando la respuesta a mi mensaje carta —murmuró con su voz ya desgastada.

     —Y yo... quiero saber si la carta que envié aquel día llegó a su destino —dijo ahora la de ojos añil—. Si mi deseo fue concedido...

     —Si mis pecados fueron perdonados —habló la ojiazul—, queremos la respuesta de esa carta, y esperaremos por ello.

     Iba a responderles algo, a aceptar buscar al destinatario, pero ellas parecieron recordar algo, y Hina negó suavemente con la cabeza.

     —Es un deseo que no se puede cumplir, por favor olvídenlo —dictó con una sonrisa triste. Rin asintió en confirmación.

¿A quién le habrán enviado esa carta?

     Al día siguiente, decidimos separarnos y recorrer el pueblo en búsqueda de información. Divididos en grupos de tres, yo iba con mi mejor amigo, Olie, y Lia, algo así como una hermana para nosotros.

Smile For You © «Kagamine Len x OC»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora