⸺🌼 "All I really wanted was that look in your eyes,
Like you already know that I'm the love of your life
Like you already know I'm never saying goodbye"
A veces, lo único que nos queda es esperar que esa persona nos diri...
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Sonreí viendo como todo el bar se prendía apenas los primeros acordes de "En Barranquilla me quedo" empezaron a sonar. Las parejas mostraban sus mejores trucos en la pista de baile, y los solteros sólo bailaban por su cuenta. Era una canción iconica en las fiestas de Colombia, y nadie se podía quedar sentado mientras sonaba; era como un pecado no pararse a bailar con la canción del Joe Arroyo.
Empecé a limpiar algunos vasos y a acomodar un poco las bebidas, aprovechando que los visitantes de esta noche estaban muy ocupados bailando.
Seguí mi trabajo, hasta que note una presencia en las sillas de la barra.
Giré mi cuerpo para ir a atenderlo, y abrí mis ojos con sorpresa al verlo de nuevo en el bar.
El chico del corazón roto había vuelto, luego de unas semanas desaparecido; pero está vez, su situación parecía mucho más dolorosa que la de la primera vez. Sus ojos estaban irritados y hinchados, definitivamente no se había peinado en todo el día, y su mirada de alguna manera estaba más apagada, como si eso fuera posible.
Al notar que se había quedado callado, decidí continuar atendiendo clientes y esperar a que emitiera algún sonido; pero al parecer, esta noche no tenía ganas de conversar.
Tomé una cerveza, y como las anteriores noches, la dejé frente a él en la barra. Se quedó mirando la botella por unos segundos, y terminó dirijiendo su mirada a mi, como si no entendiera lo que estaba pasando. Le dediqué una sonrisa, y esperé algún movimiento de su parte.
Otra vez, nada vino de él. Ni un sonido, ni una reacción.
Ahora sí lo habían destrozado completamente.
—supongo que mis consejos no funcionaron— traté de bromear, pero él siguió en la misma posición de antes.
Escuché como el ambiente del bar cambió drásticamente al escuchar "bachata rosa" de Juan Luis Guerra.
Al parecer, el hombre misterioso tenía un punto débil con Juan Luis, porque en el segundo que el primer coro llegó, se desmoronó frente a mí.
Tomó su cabeza en sus manos, los sollozos desgarradores se hicieron presentes, y su cuerpo se empezó a mover junto a estos.
Podía jurar que nunca había visto a nadie llorar así en el bar. Seguro, llegaban personas a ahogar sus penas en el alcohol, pero definitivamente, no era muy común ver a alguien tan destruido.
Tenía unas ganas gigantes de acercarme y abrazarlo, pero al fin de cuentas lo había visto dos veces en mi vida.
Puse una mano en su hombro en un intento de calmarlo, pero su llanto sólo se intensificó.
—me dejó, Delia, me dejó— murmuró entre sus lágrimas.
En ese momento, me importó muy poquito que fuera un desconocido.
Salí de detrás de la barra y corrí para quedar frente a él. Abracé su cuerpo y empecé a pasar mis manos en su espalda para intentar consolarlo así fuera un poco. Él se quedó repitiendo las mismas palabras una y otra vez.