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Kisumi cerró la puerta de aquel departamento, sitio en el que iba a refugiarse en vez de ir hasta la mierda de orfanato donde la ley lo había puesto. Su tía había fallecido, y ella era la única encargada de Kisumi; no tenía a nadie más que pudiera hacerse cargo de él, por lo que lo dieron como huérfano y lo dejaron en el orfanato más mugroso de Japón que, por alivio y a la vez no, solo admitían adolescentes de su edad y no a menores.

Apoyó su espalda contra la puerta y se deslizó hasta llegar al suelo, abrazando sus rodillas y escondiendo su rostro entre los antebrazos desnudos. Suspiró pesadamente, tratando de no enfadarse o entristecerse. Desde su punto de vista, no servía de nada el estar enojado o triste; simplemente eran sentimientos que le estaban sirviendo como obstáculos en su meta, el cuál era hablar con Baji Keisuke.

Mikey no le juzgó, ni siquiera bromeó cuando le dijo "soy hermano de Baji". El rubio simplemente se quedó callado, observándolo con curiosidad casi notable y atento a cualquier detalle que pudiera Kisumi explicar. Mentiría si dijera que no se sintió nervioso con aquellos orbes negros –que le parecieron dos magníficos cristales de color oscuro y, a su vez, profundos y sencillos pero no quitándole lo que los volvía atractivos– observándole, pero incluso de esa manera le explicó la historia, tal como se la describió a Draken.

¿Y, qué opinas?— se atrevió a preguntarle Kisumi después de suspirar —¿Crees que estoy loco de remate o-?

No.— le interrumpió Mikey con seriedad, pero inmediatamente le sonrió al decir: —Pero, ¿quién soy yo para juzgarte, Kisu-chan?

Kisumi se había quedado atónito en el momento, pues no se esperaba tal respuesta. Es decir, incluso Draken le dijo al menos unas cuantas palabras "considerables" al haberlo escuchado. La reacción del tatuado fue, no alocada, pero sí entendible, mostrándose confuso y no pudiendo con toda la información recibida.

“—Dos días, tres, una semana, un mes, diez años o una década incluso.

Kisumi se rió levemente al recordar las palabras de Draken.

Sacó su teléfono del bolsillo derecho de su pantalón, abrió la tapita y buscó el contacto que decía “Kenchin”, obviamente agendado por Mikey...

¿Quién sabe?— le dijo Mikey hace una hora, cuando estaban a un lado del río, mientras le regresaba el teléfono —Quizás necesitarás charlar con alguien... Podría darte el número de Mitsuya, ¡él es el más indicado para estas cosas! Pero ni siquiera sabías de quién te hablaba cuando lo mencioné además de que... ¿Él lo sabe?— el otro negó con la cabeza.

Solo lo saben la madre de Baji, Draken, tú y... bueno, mi tía lo sabía también.— le respondió Kisumi.

Okey, así que, en conclusión, las personas que más les tienes confianza por el momento somos yo y Kenchin.

Presionó el botón para llamar en el contacto, pegando la tapa del teléfono a su oreja derecha. El pitido sonó una, dos, tres, hasta que en la cuarta decidieron contestarle.

¿Hola?— escuchó claramente a Draken hablar por el otro lado de la línea —¿Quién habla?

—Aún no puedo creer que hayas confundido una década con un siglo.— le contestó Kisumi en cambio, logrando que Draken se extrañara y se quedará en silencio unos segundos.

¿Kisumi?— finalmente dijo —¿Dónde estás? ¿Estás bien?

—Estoy bien, Drak-

Escuchame primero.— le interrumpió el otro con seriedad en su voz —Lamento mucho haberte gritado, tampoco debí decirte esas estupideces, pero es que estaba enojado y no sabía el porqué. Quería hablar contigo, pero lo único que hice fue gritar; Angry tuvo razón en ese sentido... Perdóname.

El Hermanito De Baji. [•Tokyo Revengers x Male OC/Reader•]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora