capítulo tres

403 55 7
                                    

Yoongi había convertido su casa en un búnker improvisado, o eso le parecía a él. Había cerrado cortinas y ventanas, apiladas en su puerta se encontraba toda su mueblería en la puerta. Sí, podría ser un paranoico de los cojones pero jamás se arriesgaría en una situación así, era ideal cubrirse por todas partes sin descuidar los espacios de vigilancia hacia el exterior.

Ciertamente había estado muy nervioso por estos días y eso que ya habían pasado dos semanas de su inesperado rapto. No había logrado pegar el ojo ya que sus sentidos estaban despiertos todo el tiempo, al más imperceptible sonido Yoongi levantaba el cuerpo en posición de cualesquier ataque que pudieran hacerle, nunca se estaba demasiado preparado. ¿Quién podría darle el parte de confianza de que al dormirse todo estaría calmo y nadie vendría por él? Exacto, nadie.

Es decir, realmente para ser alguien que sale de fiesta casi todas las noches sino eran todas, es algo extraño que no tenga una horda de amigos o tan siquiera admiradores mordiéndole los talones, sin embargo, así lo había impuesto implícitamente a todos los que le rodeaban. Nada de acercamientos post-celebración. Simplemente todos sabían que era deber de cada quien limitarse a las fiestas y al descontrol de la bebida. Así como las emociones de cada quien, eran jurisdicción de cada quien.

A muchos había escuchado mencionar lo solitario que era, el lobo solitario que era, hasta el loco solitario entre murmullos que intentaban penosamente ser silenciosos. Pues claro que no pasaban del 'intentar' porque como es bien sabido: nada pasaba desapercibido de los suspicaces oídos del lobo. Quizás era su actitud arrebatada la que hacía a la gente quedarse, sospechaba frecuentemente. Porque por demás no se veía a sí mismo ni siquiera como alguien muy atractivo con respecto al resto de su carácter.

A veces podría ser muy hiriente, eso lo sabía bien Hyungdo. Cuando le dijo al chico que para lo único que le servía era para limpiar sus zapatos con la lengua, como un perro. Eso fue un momento después de que se negara a hacer algo por él, aunque ya no lo recordaba. Y ahora que lo sospesaba lentamente podría sentirse casi arrepentido de ser tan soez, casi. Arréstenlo. Sin embargo no era por redimirse como persona sino por la larga lista de posibles enemigos que estaba acumulando y no había dado cuenta. El nerviosismo aumentó al pensar en lo verdaderamente posible que era que una de esas mierdas fuera el graciosito que lo secuestro.

—Ha. Si es alguna de esas porquerías ya puedo imaginar los vídeos de mi asustado como niñita— jadeó en un intento de risa perdido.

No obstante, no habría razón para perseguirlo tan incansablemente como lo habían hecho, es decir, con asustarlo bastaba, era cuestión de dejarlo ir para que la broma acabara y el terminara cagado como justamente lo había hecho. Algo no encajaba y aun en la incertidumbre por quien era el misterioso perpetrador su estómago no se quedaba quieto y él no era de los que podía pensar con hambre. Se levantó del suelo de la desierta salda en búsqueda de alimento, algunos huesos le crujieron por el extenso tiempo en el que había pasado en la misma posición, chasqueó la lengua en fastidio. Le fastidiaba que su cuerpo fuese tan débil en ocasiones.

El suelo estaba helado bajo sus pies descalzos y los escalofríos se movían de aquí para allá en toda la extensión de su cuerpo. Sumado a lo anterior solo cargaba con unos pantalones cortos que no le convenían en nada pero que no había optado cambiar por miedo a que vinieran por el mientras se los quitaba. ¿Qué tal que lo atraparan con sus boxes de ranas moradas? De ninguna forma. Así como su ropa no había sido cambiada mas que la de esa noche, tampoco es que su cuerpo hubiera recibido muchos baños por estos días. Y los que había recibido no duraban más de dos minutos. Sí, debía oler mal, pero alguien que no fuera un shifter no lograría olerlo y tampoco es como si fuera a salir de su refugio.

—Bien, retiro lo dicho—murmuró al ver el refrigerador vacío completamente, a excepción de una manzana roja oscura de aspecto muy blando que definitivamente se había echado a perder—puta mierda. Ahora tengo que salir. ¿Y cómo coños voy a lograr desmantelar el desastre contra la puerta? Jodido infierno.

la marca del dragón ; kookgiWhere stories live. Discover now