𝓒𝓪𝓹𝓲𝓽𝓾𝓵𝓸 11

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La situación se tornó tensa y confusa entre ambas mujeres, un silencio gobernó el ambiente hasta que finalmente la anciana habló.

No es para tanto, de vez en cuando viene un cartero a traerme el periódico, lo guardo en una pequeña cajita en el granero, que creo que es lo que estabas buscando la otra vez, querida - explicó dulcemente la anciana - lamento mucho si en algún momento causé que dudaras de mi, nunca le mentiría a mi única nieta.

A Maddie se le hizo un nudo en la garganta, se sintió tan mal que quería llorar, había hecho sentir mal a su abuela, dudando de la veracidad de sus palabras.

Lamento mucho haber dudado de ti abuela, no tenía ninguna mala intención, yo solo me dejo llevar por la curiosidad. En casa nunca pasó nada interesante, era siempre la misma historia, todo hasta que estuve por casarme, creí que así podría tener una vida diferente junto a alguien que me quisiera, pero no funcionó - confesó la muchacha destrozada - solo quería sentirme la protagonista de uno de esos tontos libros paranoicos de misterio.

Oh, querida, me harás llorar a mi también. Volvamos a casa, te prepararé un rico guiso y veremos una película juntas - propuso la anciana, consolanfo a Maddie.

***

El viaje de regreso fue tranquilo, la luna se alzó sobre ellas alumbrando el camino. No compartieron muchas palabras entre ellas, pero el ambiente no era incómodo ni nada.

Al llegar a la casa Ursula se apresuró en entrar y desaparecer entre las habitaciones. Mientras tanto, Maddie se quitó la bufanda y la dejó en el perchero, se despojó de los cálidos zapatos y se echó en el sofá.
Pasaron así quizás unos diez minutos sin que su abuela hiciera aparición, su ausencia estaba preocupando a Maddie.

La muchacha, temiendo un colapso o algo peor, se apresuró en subir las escaleras hasta la habitación, y llamándola por su nombre ingresó en el cuarto. Era un espacio extenso y acogedor, una pequeña lámpara antigua alumbraba tenuemente el lugar.
En una esquina se podía observar un perchero decorado con pequeñas flores, a su alrededor se veían algunas macetas, en el centro se hallaba una pequeña alfombra, y junto a la ventana una mecedora.
En habitación no había rastro de su abuela, había algunos muebles hurgados y papeles por doquier, pero la anciana no se encontraba allí.

Maddie estaba confundida, ella había visto con sus propios ojos a su abuela subir escaleras arriba; pensativa, se acercó a la ventana, y desde allí se percató de una extraña situación.
Su abuela, con un farol en mano, se habia subido a un bote y se hallaba en medio de una profunda laguna, deshaciéndose de lo que parecía ser una maleta.
Luego de hacerlo, se apresuró en volver a la orilla, apagó el farol e ingresó por la puerta trasera de la casa. La muchacha, que observaba por detrás de la ventana, no comprendía nada de la situación, pero prefirió olvidarla, su abuela le había asegurado que jamás le ocultaría ningún secreto a su nieta, debe decir la verdad ¿cierto?

Los secretos de la abuelaWhere stories live. Discover now