La Partida.

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Capitulo. – La Partida.

Cabalgando a todo galope sin mirar atrás para no ser arrastrado de nuevo por aquel rey que no se detuvo para nada de sobajarlo hasta que se hartó de semejante humillación enfrente de todos, no pudo más ya no tenía más fuerza así que tomo la mejor decisión.

No fue fácil para el matar a unos cuantos guardias para poder pasar por la muralla que lo tenía en cautiverio por muchos años.

No se detuvo por nada el caballo, aunque ya se encontraba exhausto continúa galopando sabía que su jinete necesita de su ayuda así que dio todo de el para poder seguir galopando.

Cuando sintieron que ya no estaban en peligro fueron disminuyendo la velocidad, ya que, si para de golpe podrían morir los dos, el caballo reventar y el joven salir volando por los aires y morir al golpear con alguna roca o árbol incluso con el mismo suelo.

Cuando por fin se quedaron sin fuerza para continuar su camino se dejó de escuchar los casquillos del caballo; se desplomaron tanto el jinete como su caballo fueron a dar en un lugar donde se encontraba abundante pasto que suavizo su caída al desmayarse en el cual pudieron descansar sin ser molestados. Ya que los cubría una gran fila de arbustos frondosos, si los estaban siguiendo no los podrían encontrar.

Cuando el joven abrió los ojos ya había pasado mucho tiempo, el sol está despuntando sus primeros rayos entre las vastas montañas que tenía enfrente de él, se espantó al ver que se encontraba en un lugar desconocido, creía que era un sueño, el cual no quería despertar, cuando escucho el relinchar de su caballo regreso a la realidad.

Se incorporó de golpe, sus piernas flaqueaban al tratar de ponerse de pie.

Girando la cabeza a los alrededores mirando con incredulidad, donde quiera que miraba hay pasto, vegetación, arboles muy altos y verdes, sus ojos ven un campo cubierto de flores silvestres, no podía creer que era libre, que ya no se encontraba en aquel obscuro lugar donde por más de dos años estuvo en agonía.

Podía sentir el aire fresco que llenan sus pulmones. Por fin podía respirar libremente el aire puro y fresco de la vida.

Era el paraíso, ese paraíso que le contaron alguna vez y que ahora lo está viendo en carne propia.

-veo que no puedes dar crédito a lo que ven tus ojos.

El joven se sorprendió al escuchar una voz desconocida su corazón comenzó acelerarse, lo habían encontrado y lo arrastrarían de regreso a ese infierno, después de ser azotado y encarcelado en la prisión o donde fuera que lo encarcelaran.

Su voz tembló al hablar. - ¿Quién es?

-no te espantes tan solo soy un viejo anciano que siempre viene a caminar por estos alrededores, mi choza no está lejos de este hermoso valle, mi señor. Podría decirse que la voz se escucha cansada, ya que no pude ver a la persona que le está hablando ya que los arbustos lo tapan.

-y-yo... No podía hablar. Los arbustos se mueven las ramas se quiebran al abrirse paso entre los arbustos para que el joven lo viera. Al escuchar los pasos más cercas de él retrocedió un paso, sus piernas no tenían fuerza para sostenerlo por más tiempo, el miedo que siente es más grande para mantenerse de pie.

Sus ojos se abrieron de golpe al ver a la persona que salía de entre los arbustos y se acerca a él era un anciano, la piel arrugada de cara y de sus manos que sostienen un bastón de madera con el cual se apoya al caminar. Su figura en jorobada por el cansancio que carga a sus espaldas se refleja al solo verlo.

El anciano se acercó al joven que seguía de pie sujetando una rama del arbusto sin poderse mover.

- ¡señor...! dijo el joven, no podía pronunciar palabra alguna al ver al anciano su alma descanso, pero no bajo la guardia.

Antiguo Dolor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora