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capítulo ocho

BAILE DE CRAWFORD - PARTE I

LA GRAN VENTANA EN SU DORMITORIO DA A GROSVENOR SQUARE y su naturaleza bulliciosa frecuente

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LA GRAN VENTANA EN SU DORMITORIO DA A GROSVENOR SQUARE y su naturaleza bulliciosa frecuente. La silla de madera en la que estaba sentada se clavó bruscamente en su piel, sin embargo, estaba demasiado concentrada en los asuntos de la plaza para darse cuenta. Como de costumbre, los miembros de la alta sociedad se mezclaron entre ellos, riéndose con elegancia y difundiendo historias. La tarde del Crawford Ball no fue la excepción.

Los ágiles dedos de Anne acariciaron los suaves mechones del cabello castaño de Juliette, liberando un escalofrío por su espalda. El sentimiento fue seguido de cerca por una sensación de comodidad. La doncella de su dama estaba de pie en el respaldo de la silla, cepillando los enredos que su cabello había adquirido durante el día.

No hablaron de lo que sucedió durante las primeras horas de esa mañana cuando la luna estaba alta en el cielo. Esos no fueron eventos que Anne se atrevió a preguntar ni fueron palabras que Juliette tuvo la fuerza de soltar. Entonces, en lugar de decir nada, Anne peinó delicadamente a Juliette para el Crawford Ball mientras Juliette se sentaba en silencio, disfrutando de la comodidad.

Una vez que Anne terminó, le entregó un pequeño espejo de mano a Juliette. Ella preguntó: –¿Es de su agrado, señorita?

Un pequeño jadeo salió de sus labios rosados ​​mientras se miraba en el espejo. Anne se había superado a sí misma una vez más. Un colorete claro iluminaba sus mejillas y los pequeños adornos de diamantes en su cabello realzaban las motas verdes de sus ojos marrones.

–Anne–Juliette sonrió mientras tocaba suavemente el peinado recogido adornado con gemas preciosas. –Siempre haces esas maravillas.

–Hago mi mejor esfuerzo, señorita.

Una risa elegante adornaba el aire de su dormitorio.

Todavía enamorada de su apariencia, Juliette dijo genuinamente: –Gracias, Anne.

Ana se aclaró la garganta. A través del reflejo en el espejo, Juliette notó cómo las cejas de Anne se fruncían y se mordía el labio, como si estuviera pensativa. La doncella de la dama rubia había estado al lado de Juliette desde que tenía nueve años y no se había desviado. Anne fue una constante en su vida Durante sus años en París y los veranos que pasó en Londres, Anne estuvo presente. Entonces, cuando Juliette expresó su gratitud, excedió el peinado intrincado y las mejillas rojas. Puede que no lo haya revelado específicamente, pero Anne lo sabía.

–Juliette, debo preguntarte, ya que eres una querida amiga, ¿está bien?–

–Estoy bastante bien. Aunque las palabras fueron liberadas de sus propios labios, Juliette luchó por creer que eran verdad. La mentira flotaba pesadamente en el aire de la tarde. Se tragó a la fuerza los restos del engaño que se asentaron pesadamente en su lengua.

Dear Juliette - TRADUCCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora