Tania Himura, una heroína de 20 años de edad, que regresa Japón tras haberse ido a Estados Unidos durante casi 2 años por una misión. Al regresar deberá reestablecer su vida, y tendrá que aprender dejar de huir de su pasado y perdonar.
En el camino...
A la mañana siguiente, desperté bastante tarde, cerca de las nueve de la mañana, me levanté y fui al baño, quité la curita que cubría mi herida, enjuague mi cara para poder despabílarme, volví a desinfectar la herida de mi rostro y nuevamente puse otra curita, lavé mis dientes y por último cepillé mi cabello. Luego me dirigí a la cocina, iba a preparar mi desayuno pero caí en cuenta de que todavía no había comprado nada, y pará colmó mi apartamento seguía siendo un desastre. No tenía ganas de salir así que agarré mi teléfono y me senté en el sillón, empecé a buscar cafeterías cercanas a mi domicilio que entregarán con delivery, al cabo de unos minutos encontré una con muy buenas reseñas, decidí encargar un capuchino y unas galletitas de sabores variados, de una vez pedí también algo para el almuerzo, nada del otro mundo sólo un sánguche de jamón y queso con un jugó de naranja, me dijeron que en menos de una hora me lo entregarían, por lo que para matar el tiempo me cambié el pijama y me puse unos shorts con una remera suelta, até mi pelo y después empecé a acomodar mis cosas nuevamente. Estaba demasiado concentrada ordenando cuando escuché el timbre, aparentemente había llegado el delivery, deje lo que hacía, agarré mi cartera, fui a la entrada, abrí la puerta, recibí el pedido y le entregué el dinero correspondiente a la persona que me lo había dado, agradecí y entré de nuevo cerrado la puerta, caminé hacia la cocina para guardar en la heladera lo que había pedido para almuerzo. Esa fue la primera vez que guardaba algo en ella, estaba realmente emocionada en ese instante, pues no todos los días tienes la oportunidad de poner algo en tu heladera por primera vez... En ese momento tan importante y emotivo el sonido de mi estómago me hizo recordar que todavía debía alimentarme por lo que deje la pendejada que estaba pensando para satisfacer una de mis necesidades básicas. Quería tomar el fresco de la mañana mientras desayunaba por lo que salí al balcón, que era lo suficientemente amplio para poder aterrizar en el y tener una mesa con un par de sillas. Me senté en una dejando la comida en la mesa comencé a comer tranquila. Realmente estaba muy relajada, era la escena perfecta de cualquier película, la brisa ere fresca y tenía una muy buena vista de la ciudad, aunque estaba bastante alejada de el centro, pues no quería estar en un lugar con mucha aglomeración de gente. El capuchino estaba bien para mi gusto y las galletitas eran muy buenas, pero aún así no se comparan con las que hace mi hermana.
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-Debería visitarlos cuanto antes, hace dos años ya que no nos vemos... estoy segura de que si supieran que regrese ellos mismos ya hubieran venido a buscarme...- dije hablando sola sobré aquellas personas que consideraba mi familia.
-aunque volver a ésa casa es realmente difícil para mí... todavía no logro superar el infierno que viví en aquel lugar- pensé mientras tomaba un sorbo de aquél líquido que contenía cafeína, recordando los sucesos que más me habían marcado-
Al cabo de media hora ya había terminado por lo que me levanté de mi silla, fui hacia la cocina, tiré la basura en el sesto y me lavé las manos. Luego volví a lo que ya llevaba dos días consecutivos haciendo, acomodar la mudanza. Sin más me puse mis auriculares y empecé nuevamente. Pasé toda la mañana y gran parte de la tarde ordenando sin parar, a excepción del mediodía día para poder almorzar, pero el esfuerzo había valido la pena ya que al final pude terminarlo. Me detuve un instante para poder apreciar como había quedado mi apartamento, ciertamente me encantaba el resultado y sentí que por primera vez en la vida tenían un lugar al cual llamar hogar. Creo que mucha gente pensaría que por ser una heroína "famosa" viviría en uno de los edificios más lujosos pero no es mi caso, no es que no pueda pagarlo sino que simplemente no me siento cómoda en lugares así. Pero tampoco vivo en un lugar muy pequeño, es lo suficientemente amplio para que una persona con alas pueda vivir, a pesar de que yo puedo ocultarlas.
