Capítulo 12.ASB

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El sábado por la mañana había sido muy ajetreado puesto que se había jugado la semifinal entre el Notre Dame, equipo de Hope, y el de Brooklyn de Maddie y Charlie. El partido había estado muy igualado hasta la media parte, con alternativas en el marcador, pero la superioridad de Notre Dame había hecho que en el tercer cuarto se distanciaran de unos diez puntos y se mantuvieran hasta el final del partido. A pesar de ir perdiendo el partido, la mejor jugadora del encuentro había sido Charlie, lo que había llevado a que sufriera muchas de las faltas del otro equipo, tantas que habían tenido que sustituirla por un golpe en el antebrazo que le había propinado Kiara cuando entraba a canasta en un contrataque. Eso había enfrentado a algunas jugadoras de ambos equipos por la violencia de la falta, y producido una pequeña tangana entre ellas. Todo se calmó cuando Hope ayudó a levantarse a Charlie y se interesó por el estado de ese brazo acompañándole hasta su banquillo.

Al finalizar el partido con la victoria de Notre Dame, todas las jugadoras se saludaron y el equipo ganador se quedó en el centro de la cancha recibiendo los aplausos y felicitaciones del público y en especial de sus familiares. Charlie había obtenido el premio a la mejor jugadora del partido lo que le abría muchas puertas para obtener una beca completa y estudiar en la universidad de Columbia, ya que varios ojeadores habían estado presentes en el partido y varias veces habían hablado con sus padres.

Lexa y Clarke habían tenido que mantenerse separadas porque las aficiones de ambos equipos estaban en gradas diferentes, pero a pesar de que cada una estaba pendiente del juego de Maddie o de Hope respectivamente, no habían podido evitar cruzar sus miradas y sus sonrisas en la distancia, y sentir esa complicidad que les recordaba la travesura de la tarde anterior y la previsión de volver a hacerlo.

El equipo de Hope tenía que volver a concentrarse a primera hora de la tarde para preparar la final que se disputaría a la mañana siguiente, pero la hora de la comida la tenían libre. Maddie, Charlie y el resto del equipo de Brooklyn tenían libre todo lo que quedaba del fin de semana hasta coger el autobús de vuelta a casa el domingo por la tarde. Esas circunstancias habían hecho que todos quedaran a comer en un sitio habilitado para ello en el centro deportivo, un comedor muy grande donde había una zona de buffet y otra de restaurante. Lexa y la gente del equipo de su hermana se quedaron en el buffet bastante más económico, mientras los Blake y varias familias del equipo de su hija se fueron al restaurante.

El ambiente era muy distendido tanto en un grupo como en otro, y más de una vez Aden y su amigo Mike salieron a encontrarse con Maddie, Charlie y el resto del equipo de Brooklyn. También había otras dos personas que no estando en el mismo lugar, estaban en contacto continuo. Los teléfonos de Clarke y Lexa no paraban de recibir notificaciones y algunas muy subidas de temperatura. Y es que Clarke no había podido apartar la mirada de la castaña sobre todo cuando el partido perdió parte del interés por la diferencia en el marcador. Lexa estaba enfundada en unos pantalones vaqueros cortos que le hacían un culo con el que la rubia empezaba a tener una peligrosa obsesión, después esa camiseta de tirantes pegada a esa figura propia de una Diosa con las curvas perfectamente marcadas, y esa melena recogida en una coleta y oculta por una gorra que dejaba sus hombros y su cuello a la su mirada azul hambrienta por devorar todos esos centímetros de piel. Y para acumular más presión en su sexo, esa sonrisa que le regalaba cada vez que sus miradas se cruzaban y que era una puta maravilla, jamás había visto una sonrisa tan hermosa y llena de vida.

Por su parte, a Lexa le costaba centrarse en el juego porque al otro lado de la pista estaba cierta rubia con camiseta de manga corta ajustada que dejaba a la vista ese vientre que tanto le gustaba a Lexa recorrer con su lengua, además de tener un buen escote que dejaba intuir la curvatura de esos dos preciosos montículos que adornaban su pecho y que ocupaban mucha parte de sus deseos nocturnos.

AMOR SIN BARRERASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora