17. Fiesta en la piscina

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Pensé que Emilia era tediosa para elegir su ropa cada vez que salimos de fiesta, pero creo que Axel definitivamente le ha ganado la batalla. Por mi parte, solamente tuve que cambiar de calzado y escoger zapatillas en vez de sandalias, ponerme el bikini debajo del vestido y quitarme el maquillaje para no parecer mapache después de entrar a la piscina, pero Axel lleva más de dos horas escogiendo si llevar sus pantaloncillos cortos azules o sus jeans marrones.

Yo sigo diciéndole que lleve los pantalones cortos porque, de todas maneras, es una fiesta en la piscina y en cualquier momento querrá ponerse el traje de baño, pero él insiste en que sus jeans marrones son su atuendo de la suerte para las fiestas.

— Sobre todo en las que no conozco a nadie— me asegura mientras sigue sacando ropa de su armario y dejándola caer al suelo. Yo recorro su habitación, pero no hay mucho que ver; un par de fotografías de él con su padre, su escritorio, su armario y una lámpara de lava son las únicas cosas que acompañan su cama, además de la enorme cantidad de tela que está siendo esparcida en su alfombra.

— Me conoces a mí— intento que se apresure.

Cuando por fin se decide por los pantaloncillos azules, el reloj marca las cinco y treinta. Yo, que ya estoy agotada y recostada encima de su cama matrimonial para uno, comienzo a mirar mi teléfono celular a la espera de que termine de empaparse en perfume y desodorante.

— ¿Por qué te bañas en perfume?— pregunto divertida, sentándome para observarlo mejor. Él se encoge de hombros y mira por su ventana, que da a mi casa, en la que a su vez, se ve mi ventana.

Casi podríamos recrear el video de You Belong With Me de Taylor Swift si quisiéramos, pero yo necesitaría un pijama parecido y menos miopía.

— Ahora definitivamente están follando— me asegura. Yo pongo la mejor cara de asco que consigo, aunque en el fondo, sé que es una posibilidad. Dos adultos, a solas, mientras sus hijos se fueron de fiesta hace unas horas... no es como si me los imaginara viendo una película, pero tampoco es como si quisiera representación mental de ellos follando.

— Ya cállate— le pido— y apresúrate.

— Ya estoy listo— me asegura, y justo cuando yo estaba a punto de emocionarme, él me interrumpe— sólo déjame ir a buscar algo.

Resoplo por lo bajo; la próxima vez que me inviten a una fiesta me lo pensaré dos o tres veces si llevar a Axel antes, aunque de momento, me he reído con la manera en la que se estresa cada vez que su playera no combina con su parte de abajo.

Axel aparece tan sólo unos segundos después sosteniendo una mochila en su mano derecha y las llaves de un auto en la mano izquierda. Justo cuando pensaba que iríamos en bicicleta hasta Haut.

Quizás debí mencionarle que iríamos a un barrio un poco complicado, tomando en cuenta que no es del sector, pero supongo que es mejor dejar que lo descubra por él mismo; después de todo, no creo tener las habilidades necesarias para hacer de guía turística.

Cuando salimos de casa, Axel me abre la puerta de copiloto de su auto carmesí y luego se apresura a entrar al asiento del conductor. Él se concentra demasiado en todo lo que está haciendo y lo comprendo todo cuando por fin logra encender el auto y me lanza una pequeña sonrisa de satisfacción.

— Aprendí a conducir hace unos meses nada más— me explica. Yo abro los ojos con sorpresa; de alguna manera, se me olvida que las personas deben aprender a conducir y no lo aprenden como por arte de magia, lo que es estúpido, considerando que yo todavía no tengo una licencia.

— Se te da bien— le digo mientras nos movemos por la calle principal del vecindario, dejando atrás nuestras casas.

— ¿Eso crees?— pregunta entusiasmado. Yo asiento con el rostro y él enciende la música, buscando alguna canción en la radio que sea adecuada con el momento. Finalmente, él me pasa el mando a mí y yo pongo una canción de pop— entonces...¿de quien es la fiesta?— suelta con curiosidad.

Volviendo a tiWhere stories live. Discover now