Volviendo a ti

24. La cena en el hotel Caos.

Después de mi cita con Damián en el lago, hay dos cosas que me quedan claras; debo comprar una pastilla del día después y no puedo decirle a nadie— en especial a Aylen— lo que está sucediendo entre él y yo. Bueno, la última ha sido más a petición del muchacho.

Damián me pidió que no le dijera a Aylen porque es él quien le quiere dar la noticia. Al parecer, las cosas podrían complicarse un poco entre ellos si ella de repente descubre todo así como así, así que él debe encontrar la manera sin decírselo sin herir sus sentimientos (esas fueron sus palabras).

Por mientras, yo debo intentar evitar a Aylen a pesar de que la vea todos los días en la universidad y, para más remate, ahora mantiene una relación con Elton.

No es como si simplemente pudiera ignorarla cada vez que pasa o negarme a todos los lugares a los que me invitan, así que opto por la opción más fácil; intento no quedarme a solas con ella, y, en el caso que me pregunte sobre mi vida amorosa, haré mi mejor esfuerzo para cambiar de tema.

Por mientras debo escabullirme en casa de Damián, hacer la mínima cantidad de ruido y tratar de que ella no me vea saliendo de su vehículo cada vez que el muchacho me va a buscar después de la universidad, y lo peor es que, cuando salimos todos juntos, debemos hacer como si nada sucediera entre nosotros.

Lo peor es que los días pasan y pasan y Damián sigue posponiendo la tarea de comentárselo a la muchacha hasta que me comienzo a preguntar porqué realmente es tan grave que ella lo sepa; no es como si ella y Damián estuvieran saliendo, e incluso si lo hubieran hecho en el pasado— cosa que Damián me prometió que no hicieron— ella ya está saliendo con alguien más y no debería realmente importarle con quien se acuesta su mejor amigo.

Por mientras, también tengo que poner una cara feliz cada vez que bajo las escaleras y me encuentro a Paul desayunando o cenando con mi madre. No es que me moleste que el hombre se encuentre allí de la noche a la mañana; en lo absoluto, sólo que de repente es incómodo tener que compartir me espacio con alguien a quien no conozco.

Sin embargo, me agrada Paul. Tiene una manera cálida de ser; es silencioso y siempre cocina para mamá, cosa que mi padre rara vez hacía. Probablemente la Carla del pasado se sentiría aliviada de saber que las cosas mejorarían para mi madre y para mí que no todo iría cuesta abajo como alguna vez imaginé.

Por otra parte, el trabajo de Damián no ha sido un problema ya que las veces que hemos quedado en el barrio Haut ha sido en su casa y no nos hemos movido de allí. Tampoco ha recibido visitas ni nada por el estilo; él intenta mantener esa parte de su vida lo más apartada de mi posible, y cuando estamos juntos, me siento como si estuviera en un cuento de hadas. Como si nuestros caminos hubieran estado hechos para que nos encontremos y nos reencontremos y como si cada parte de nuestro cuerpo estuviera hecha para el otro.

Cuando éramos niños e imaginaba cómo sería nuestra vida de adultos, siempre me imaginaba a Damián con una linda chica. En mis pensamientos, él la trataba tan bien que me daba envidia porque él siempre ha sido así; atento, cuidadoso, tierno. Siempre pensé que, quien sea que estuviera con él, tendría la mayor suerte del mundo, pero nunca me imaginé que esa persona finalmente sería yo.

Aún así, no le hemos puesto un nombre a lo nuestro aún. Dejamos que las cosas fluyan simplemente y confío en él así como sé que él confía en mí. Hay días en el que no sabemos nada del otro hasta que el reloj marca las nueve de la noche, y hay otros en los que no parecemos poder estar despegados. Cada día que pasa es distinto y eso es lo que más amo; él sabe como traer emoción a mi vida sin siquiera intentarlo.

Nos ponemos al día con las películas de superhéroes, damos paseos en bicicleta cuando el día está radiante, hacemos picnics y disfrutamos del otro mientras nos envolvemos en su cama y luego dormimos hasta el mediodía. Todo con él es perfecto y nunca me imaginé que podría estar con alguien así; quiero derretirme en él. Quiero que mi boca siempre sea capaz de encontrar la suya.