Capítulo 31

4 4 0
                                    


NELLIE

—Diría que me sorprende verte aquí, pero sería mentir —dice Dhrent, con la voz entrecortada por el dolor.

Me acerco a él, sin importar que me estén apuntando con una pistola.

—Yaritza —es lo que digo cuando me planto enfrente de ella.

Ella se limita a esbozar una sonrisa de lado a lado.

—Hola, Nellie. Es un placer volver a verte.

—Me gustaría decir lo mismo, pero a mí tampoco me gustan las mentiras —replico con chulería.

—Ni a mí me gusta perder el tiempo, así que ahora vais a hacer exactamente lo que os diga —declara, con firmeza—. Agarra a tu amiguito y vámonos.

Ayudo a Dhrent a levantarse del suelo, haciendo toda la fuerza que puedo. Consigo que se ponga de pie y paso su brazo alrededor de mi nuca, sujetándolo.

—¿Aguantas? —indago.

—Esto no es nada —dice él.

No puedo evitar esbozar una leve sonrisa mientras empezamos a caminar a no sé dónde.

No importa en qué situación estemos, pero Dhrent se mantiene como el puto pilar que sujeta todo esto para que no se desmorone.

Después de unos minutos, llegamos a la entrada principal, dónde todo está exactamente como estaba antes de irnos: Aaron, Alec y Diana están esposados; el Jefe de Policía está arrinconado llorando mientras mira a Marco y Zane, Rebecca, Theo y mi tía están asegurándose que todo esté como tiene que estar.

Pero cuando nos ven llegar, sus caras se descomponen, sobre todo cuando Yaritza presiona la punta de la pistola contra mi sien mientras seguimos caminando hacia delante.

—¿Es que no os cansáis de joder? —escupe Theo, con molestia.

—Claramente no —responde Yaritza—. Es divertido ver cómo creéis que tenéis todo bajo control y luego llega el golpe.

—¿Nellie? —indaga Zane, frunciendo el ceño—. ¿Por qué sigues aquí?

—Yo...

—No quería irse sin vosotros —termina Yaritza por mí—. Muy bonito si fuera un cuento de hadas, pero en realidad, solo está siendo estúpida.

Siento que acabo de complicar la situación más de lo que ya estaba, pero tampoco me arrepiento. No podía irme así como así.

No podía simplemente dejar atrás a todo aquel que ha hecho todo lo que está entre sus manos para ayudarme; para ayudar a todos los que han estado y estamos aquí dentro.

—Bien, agente Fiore —Yaritza llama la atención del policía—. Aquí le entrego dos pájaros en uno.

El agente Fiore alza la mirada y se posa en Dhrent. No hacen falta las palabras para saber que está disfrutando con su sufrimiento y que, lo único que lamenta, es no haber sido él quién le haya disparado.

—El que acaba de asesinar a su hijo delante de sus ojos y a la sobrina de la directora de todo esto —añade, sonriente.

—Ni de coña vas a entregar a mi sobrina ni a Dhrent —espeta mi tía, con rabia.

—¿Y quién lo va a impedir? ¿Tú? —se ríe—. Tenéis un claro problema de comprensión. ¿Quién tiene la sartén por el mango?

Nadie habla.

—He hecho una puta pregunta.

La pistola se aprieta más contra mi sien y no puedo evitar hacer una mueca.

El club de los 15 © #PGP2024Where stories live. Discover now