2. El Sonido de una Sombra

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Eran exactamente las diez de la noche. Martin estaba en una fría celda en el área del Sótano de la Delegación. Se hallaba sentado en una banca, sollozando. Sentía que había fracasado como padre, y luego, en todos sus intentos por recuperar el cadáver de Margaret.

Rachel permanecía sentada al frente del escritorio del Oficial Davis; tal y como le había pedido Montreal. Estaba siendo vigilada con cautela.

—¿Qué piensan hacer conmigo? —preguntó Rachel a Davis.

Él la ignoraba, mientras escribía un reporte en su computadora.

—Tengo derecho a una llamada, al menos. Ya han pasado muchas horas.

Davis se volteó y decidió hablarle.

—Tendrá el derecho cuando el Detective Montreal lo diga.

—La Ley dice...

—Importa poco lo que diga la Ley en estos momentos. ¿Tiene idea de lo grave que es ser cómplice de este tipo de crímenes? Son cultos satánicos.

—¿De qué diablos habla? Ya le dije que no tiene nada que ver con eso. Nosotros...

—Señora Robinson; por favor guarde silencio. Es el único derecho que puede otorgársele en este momento. Voy por un emparedado. ¿Le apetece uno?

—No, gracias.

Rachel suspiró y decidió aguardar en su asiento. Con las investigaciones recientes, todos en la Delegación sabían que se trataba de la madre de Margaret Williams; y eso, la colocaba en una posición mucho más delicada.

Marcel se hallaba en su oficina conversando con una detective de la Delegación de Wisconsin. Su nombre era: Anne Bell. Ella era una mujer afroamericana de cabello castaño oscuro y ojos negros. Había decidido viajar a New York, luego de que Marcel la contactara.

—Así que esa mujer no tiene antecedentes en Wisconsin.

—Te repito nuevamente que no, Montreal. Trabajó en W.S. Real State; es una Empresa de Bienes Raíces muy prestigiosa. Luego como mesera en un café de Madison. Martin Williams tampoco tiene antecedentes. Él se mudó a New York...

—Luego de que su esposa lo dejara, lo sé —dijo Marcel, interrumpiendo a Anne.

—Tenemos que dejarla en libertad. No hay pruebas para acusarla de algo. Además, ella pertenece a mi jurisdicción.

—No hay pruebas por ahora —dijo, levantándose—. Aún espero el análisis de esa Daga. Estoy seguro que las huellas de Williams están en ella. Y posiblemente de Rachel.

—No podemos emitir hipótesis, y lo sabes.

—Tampoco puedo permitir que se sigan burlando en mis narices.

De pronto, el Investigador Forense llamó a la puerta de su oficina.

—Llegó mi recado —dijo Marcel, levantándose de su silla para abrir la puerta.

—Detective —dijo Matt Wells. Él era un profesional en el área Forense para Evidencias.

—Que gusto que ya estés aquí. Quiero presentarte a la Detective Bell. Ella pertenece al Departamento de Wisconsin.

—Soy Matt Wells. Es un gusto conocerla —dijo, estrechando su mano.

—Igualmente.

—Soy todo oídos, Wells —dijo Marcel, sentándose en su sillón—. Ahora escucha con atención, mi querida colega.

La Sombra de MargaretDonde viven las historias. Descúbrelo ahora