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El agua seguía cayendo, esta mojaba su cabeza más de lo que ya estaba y ni hablar de su cuerpo. Le divertía la forma en que la punta de sus dedos estaban arrugados, pasando su uña en la textura rugosa. Parecía un niño de cinco años riéndose sin motivo, pero si no lo hacía, si dejaba de hacer eso, probablemente caería en un hoyo negro sin escape; caería en sus propios pensamientos y terminaria llorando una vez más.

Quizás por ello quería que JeongIn se vaya, sobre todo porque él no tenía por qué ayudarlo. La soledad, el desprecio, el odio... todas esas emociones y sentimientos abarcaban el cuerpo de JeongIn en los meses que transcurrió su relación, y HyunJin lo sabía. Lo sabía porque eso estaba sintiendo hacía él mismo.

¿Por qué? ¿Por qué la persona que había roto por completo, lo estaba ayudando? No notaba en su rostro alguna señal de rencor, resentimiento, y eso era lo que más le estaba matando.

Había dañado a una persona pura.

Bajó las manos y se dió cuenta que jamás había pestañeado. Llevó sus rodillas al pecho y escondió su rostro en el hueco, queriendo que el menor no escuchara el llanto que tenía atascado.

Las sesiones con su terapeuta parecía no poder ayudar y no sabia si eso estaba bien o mal. Primero porque el dinero que había ahorrado solo le sirve para cuatro sesiones, y solo le quedaba una, hasta que pueda volver a juntar el dinero suficiente para retomarlas. Sin embargo, tenía pensado buscar otra persona que lo ayudara de esa manera. Sabía que recaudar el dinero le llevaría tiempo, y con ello unas cuantas recaídas, pero sin dudas saldría de ellos. Chan dijo que si necesitaba ayuda, con lo que sea, él estaría dispuesto a hacerlo, pero si no quería pedirle dinero a sus padres, menos lo haría con su amigo. Aún así, la idea estaba muy presente en su mente.

Su corazón palpitó con desespero cuando escucho unos golpes en la puerta, seguido de una voz terriblemente dulce.

—Jin, ¿estás bien? Ya pasaron más de diez minutos... me preocupas.

—Estoy bien —se dijo así mismo, sabiendo que no correspondía a sus pensamientos—. Enseguida salgo —elevó la voz, esta vez respondiendo a la pregunta de JeongIn.

Largó un suspiro y cerró el grifo, el agua estaba realmente bien, pero ya era hora de salir. Rodeó su cintura con una toalla y con la otra secaba todo su torso, probablemente de su abdomen era lo único que estaba orgulloso. Terminó de vestirse, bastante abrigado por así decirlo. Aún sentía que la fiebre seguía, pero el mareo había bajado un poco su fuerza, al menos se podía mantener un poco estable y no necesitaba a nadie que lo tomara de la mano para caminar.

Abrió la puerta del baño y lo vió allí parado, con su vista fija en el suelo, perdido entre sus pensamientos.

—¿El baño sirvió? ¿Sientes que la fiebre bajó o...?

—No estoy tan mareado como antes, supongo que sirvió de algo... gracias.

—No tienes por qué agradecer —los ojos de Yang se desviaron al no encontrar alguna clase de conversación, así que sin pensarlo, soltó:— ¿Quieres que prepare algo para merendar? Puedo hacer el pastel que...

—Deberías odiarme —soltó en un susurro, sin poder despegar sus ojos del rostro del castaño.

—¿Qué? —arrugó su ceño, tratando de entender lo que el mayor soltó de repente.

—Que no deberías estar aquí, ni tratándome como si no te hubiera hecho nada. No lo sé, insúltame, despréciame... como yo lo hice contigo.

El tono de voz no era de enojo o molestia, era de arrepentimiento, de necesidad.

—Porque no vale la pena. Porque has sufrido lo mismo o peor que yo. Yo no me merecía el desprecio, pero tú tampoco.

HyunJin asintió.

—Sí, me lo merezco más de lo que piensas —aseguró al borde del llanto.

Las lágrimas se acumularon en sus ojos y eso ocasionó que JeongIn forme un puchero mientras llevaba sus manos hacía el rostro ajeno, para limpiar justamente las que habían salido.

—No te digas esas cosas. Aprendiste de tus errores y sabes que no volverás a repetirlo, asi que no digas que mereces odio, o lo que sea.

El mayor se mordió el labio para evitar que un espasmo salga, pero fue inevitable ya que se le escapó con más fuerza de la pensada. Sus ojos se humedecieron y eso evitó que pueda ver bien el rostro del menor. Apartó las manos ajenas de su rostro, queriendo que se queden allí por más tiempo, pero no quería llorar frente a él, así que amagó con ignorarlo e ir a su cuarto para refugiarse bajo las mantas, como lo estuvo haciendo estos días. Sin embargo, JeongIn lo tomó de la mano y tiró de ella, de esta manera logrando un abrazo que HyunJin necesitaba desde hace tiempo. Lo notó en la forma que respiró y en como apretó su cuerpo con necesidad.

Y entonces supo, él también necesitaba abrazar a HyunJin.

Comparison ▫ HyunIn  ۵Adapatación۵Onde histórias criam vida. Descubra agora