Capítulo 3

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Aún iba vestida con mi vestido rojo cuando bajé las escaleras y abrí poco a poco la puerta de casa. No se que estoy haciendo, o si esto solo se trata de que soy estúpida. No debí aceptar esa invitación. Si mamá y papá nos pillan me daría un infarto.
Recorro los altos muros de plantas enredaderas verdes, el laberinto es tan silencioso que a veces da miedo. Pero de no ser por que Jou vigila siempre no me atrevería a entrar de noche. Como acordamos yo y mi hermana llevo en mi hombro mi guitarra, apenas pesa pero cuando la culpabilidad se apodera de ti es como una carga de lo más pesada. En 50 pasos más, 4 giros a la derecha y 2 a la izquierda encuentro que me aguarda Tobías sentado a la fuente de mármol. El único sonido es el de el agua, chorros y chorros de agua que nacen de la fuente.
Tobías si que se a cambiado, lleva una camiseta básica blanca, unos vaqueros pitillos azules y unas vans (unas zapatillas de suela plana). Su sonrisa se ensancha cuando levanta la cabeza y me ve.

- ¡Oh! - Exclama Teeme - Liana, veo que te has traído una guitarra de decoración.

Muerdo mi labio inferior hasta que me sangra. ¡Me hace sacar lo peor de mi!

- No se para que he venido - Murmuro entre dientes. Doy media vuelta para irme.

- Dicen, que todo ocurre por algo. - Su voz suena atractiva pero triste - Aún no te vayas. As cumplido tu promesa, pues estas aquí.

- Ya, pero no se que hago aquí. - Contesto de brazos cruzados y de espaldas a él.

- Bueno... Has venido a decir verdades.

- Así que hoy toca decir verdades... - Suspiro. Mi voz no puede sonar más irónica. Me volteo - ¿Y tú que has traído?

Se saca un sobre de su bolsillo del pantalón y se pasa una mano por su alborotado flequillo hacia atrás. - Esto.

- ¿Sabes que no deberíamos estar aquí?

- Ya - Dice obvio y divertido. Esa sonrisa torcida y arrogante la odio - E ahí la cuestión. Si no fuese prohibido no tendría gracia.

- Bueno...

- Ven - Da dos palmaditas a la piedra de la fuente donde el esta sentado. - , sientate.

Lo hago. Descuelgo mi guitarra y la coloco entre mis piernas.

- ¿Has visto alguna vez la película de Romeo y Julieta? - Esa pregunta me descoloca, es tan impropia de él...

- No, aún que creo que este año nos obligaran a verla.

- Te digo una verdad si tú me dices una verdad.

- Vale - Acepto. Sus ojos se vuelven de un verde apagado.

- Como sabrás William Shakespeare escribió Romeo y Julieta, una gran obra. Recuerdo muy bien ese día... Tú padre había venido a mi casa para decirle a mi madre que ya tenía otra familia y que no podían seguir juntos, ese día yo salí a dar un paseo (por órdenes de mi madre), por el camino me encontré a una bella niña de ojos claros y pelo como la miel, ella iba en bicicleta y yo caminando cabizbajo. Se paró y se acercó a mi, siempre recordaré esos ojos azules que parecían comprender bien lo que me pasaba, y sacó de su cesta una película (es mi película favorita) me dijo ella. Yo la cogí y le miré extrañado, segundos después se marchó. Corrí a mi casa y encendí el dvd de el salón, metí la película y comenzé a ver esa película... Me fascinó. Solo que a mitad de la trama vislumbré como mi padre cogía con hazaña el cabello de mi madre y le estampaba contra la pared. Le pegó tal paliza que desde entonces no fui el mismo, es más, llegue a odiar esa maldita película. Pues cada vez que la veo recuedo a mi madre y el no haber podido hacer nada. ¿Y sabes que pasó con la película? Se la devolví a la niña, tiré un escupitajo al suelo de su puerta y salí corriendo... Sin embargo creo que Seakspear es un buen novelista.

MÁS QUE UN HERMANASTROWhere stories live. Discover now