Dímelo con señas

Capítulo 11

Noah.

—Abre la boca.

Negué varias veces ante la petición de Narciso y ella frunció su rostro cogiendo una pastilla con una mano, con la otra me dio un pellizco en la barriga, cosa que me dolió, pero gracias a mi perseverancia no me hizo abrir la boca.

Ella dejó la pastilla sobre la mesita y puso sus manos en su cintura mirándome muy mal, como mi madre cuando yo dejaba los juguetes desordenados.

—Señor —comenzó a decir Narciso moviendo suavemente sus manos.

—¿Si? —cuestione viendo sus ojos.

—Toma la pastilla —ordenó poniéndose seria—. No me hagas darte otro pellizco.

Asentí de mala gana y ella sonrió satisfecha al ver que tragaba las pastillas. Incluso abrí la boca y saque la lengua para que viera que las había tragado. Narciso me pellizco una mejilla con ternura y me dio unas palmaditas en la cabeza para luego en nuestro lenguaje decir:

—Bien hecho, pequeño.

—No me digas así.

La miré de forma amenazante y ella arqueo una ceja con diversión, luego se inclinó un poco a mí y movió sus labios pintados de rosa, no hacía ruido, mas yo que sabía leer labios entendía que decía: ¿Es un reto? Yo soy de superar retos, pequeño.

Fruncí mi rostro y aprovechando que estaba inclinada le dejé un beso en la comisura de la boca, acto que la sorprendió. Era algo tonto, pero fue lo único que se me ocurrió en el momento para demostrar que no era un niño.

—Nada de decírme pequeño.

Narciso negó y volvió a ponerse derecha, camino hasta la salida y se giró para en lenguaje de señas decir:

—Solo bromeaba contigo, no deberías tomartelo a pecho, eso solo te hará parecer un niño. Ten buen día.

Al ver que se iba agite rápidamente una mano, eso hizo que ella me prestará atención.

—¿Quieres algo? —cuestionó.

—Gracias por tus cuidados y perdona por no hacerte caso anteriormente.

La vi negar con una sonrisa y darse la vuelta cerrando la puerta tras ella. Supuse que estabamos bien. Y supuse que por eso tenía en mi rostro una sonrisa.