I

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—¿Te saltarás la clase otra vez?

Jimin escuchó la voz ronca y suave de Yoongi, dándole de lleno en el cuello, sintiendo además su pesada respiración calarle y erizarle la piel de manera involuntaria.
Soltó un suspiro de fastidio e ignorando el para nada sutil coqueteo del pálido giró la cabeza hacia el lado contrario, buscando la posición más cómoda que el pupitre le pudiese ofrecer.
Sus ojos se clavaron en aquel árbol lleno de flores de cerezo, la brisa primaveral dando de lleno en sus mejillas al poder ser capaz de entrar por la pequeña rendija que se formaba en las ventanas.
Inhaló todo lo que pudo, dejando atrás la reciente pregunta que no pensaba responder.

Sin embargo, Yoongi era pesado. Así que cuando sintió cómo el pálido se inclinaba hacia él, colocando esta vez sus grandes manos en su cintura, subiendo con lentitud hasta rodearle el abdomen y abrazarle, supo que si no decía nada, no dejaría de molestarlo.
Lloriqueó para sus adentros y clavó sus uñas en los dedos de Yoongi, logrando que este se separara de inmediato de él.

—Pareces bastante interesado en eso últimamente —Jimin murmuró con desdén, sin siquiera voltear a ver a Yoongi en ningún momento.

El pálido hizo un puchero al que Jimin fue totalmente ajeno, antes de tomar asiento en el pupitre contiguo al del pelinegro.
Jimin esta vez, sí giró a verle, asqueandose de inmediato al ver las mejillas sonrojadas en Yoongi y una sonrisa estúpida que le daba las pautas para saber que intentaba hacer algo con él.

—Bueno —Yoongi inició—, no tiendes a faltar, y no es esta la primera vez.

—Si bueno —Jimin murmuró, al tiempo en que se colocaba erguido y estiraba sus brazos hacia el techo, soltando suspiros al sentirse más relajado—, creo que no te debería importar algo que, como puedes notar, a mí me tiene sin cuidado.

Pedirle a Yoongi que no se metiera en sus asuntos, era como pedirle al sol que dejase de ser tan brillante o caliente; como pedirle que dejase de respirar, era inútil.
Era molesto, Yoongi en sí lo era, sin embargo Jimin estaba bien con eso hasta cierto punto.
Claro que nunca dejaba de lado el hecho de que vivían en una sociedad llena de omegas y alfas, así como el hecho de que él mismo era un omega y Yoongi un alfa, y aunque habían aclarado no sentir nada el uno por el otro, Yoongi no podía despedirse de sus instintos de alfa y Jimin no tenía la cabeza, ni las ganas para lidiar con un alfa imbécil que se dejaba llevar por su lado más animal.

—Jiminnie —Yoongi suspiró, estirando una de sus manos para acariciar sutilmente una de las mejillas de Jimin—. No entiendo el punto de que faltes, este profesor ni siquiera se da cuenta de si alguien no está, además la materia es particularmente sencilla, un poco aburrida sí, pero nada del otro mundo.

Jimin no era fan de las materias teóricas, hacía lo posible para evitarlas y cuando no podía, simplemente pasaba el día viendo a la ventana, así que la idea de permanecer en ese salón por más tiempo del necesario era desagradable.
Además, comenzaba a sentirse especialmente ansioso, buscando salir de ahí lo antes posible, pues al ser un omega, había ciertas cosas que por más que quisiera, no podía pasar por alto.
Iniciando con el hecho de que su olfato estaba por encima del de los demás, logrando percibir desde los olores más tenues hasta los más fuertes.

Sumándole a ese hecho el que la mayoría de sus compañeros eran alfas, lo tenía con el vómito en la garganta. Porque a esos idiotas no les importaba si sus olores eran desagradables para los demás y desprendían incontables feromonas para atraer omegas. Era una tontería que Jimin no quería soportar por más tiempo.
Soltó un suspiro que denotaba cansancio, queriendo ignorar a todos en ese salón, mas cuando pudo percibir las características feromonas con olor a café y menta que tanto conocía, soltó un lloriqueo audible que logró que Yoongi centrara toda su atención en él.

dominante •kth+pjm•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora