Donde Jungkook, un estudiante de arte, tiene que crear una pintura con un tema de desnudos y le pide ayuda a su mejor amiga, Byeol, diciéndole que pose para él.
Como dice el refrán: la verdadera amistad dura para siempre. Pero, ¿y si surgen sentimie...
El momento que más temía finalmente había llegado. No sabía a qué le tenía miedo exactamente, pero era una certeza, iba a ser complicado.
Había evitado mirar mucho su intimidad.Y para pintarla, iba a ser complicado no escudriñarla en detalle.
Pero en el fondo, ¿qué era lo que me bloqueaba?
Porque gente desnuda, ya había visto, ya sea en mis pasadas relaciones sexuales, en el porno o incluso en el Arte.
Byeol era mi mejor amiga además, en otras palabras, alguien muy, muy cercano. Que irónico.
Pero en última instancia, ¿tal vez de ahí venía el problema?
—¿Ya casi terminaste?
—No, todavía tengo... — sin mi consentimiento, mis ojos se posaron en su intimidad claramente visible. Ese delicado y femenino triángulo tentativo que poseía. Tragué débilmente, ya lamentando mi gesto impulsivo ya que no podía apartar la mirada.
Inmediatamente quise maldecir ante mi reacción ridícula. Maldita sea, ya ni siquiera era capaz de alinear dos palabras claramente.
—¿Tienes qué? — canturreó la castaña.
Tuve que enfrentar los hechos.
—Lo siento, nos detendremos, no puedo continuar.
Devolví mi atención a su rostro, ya que ella ya me estaba mirando.
—¿Puedo preguntarte porqué? — su voz se volvió suave, como para tranquilizarme.
—Maldita sea, ¿no es lo suficientemente obvio? — resoplé.
Sus manos se movieron rápidamente por encima de su cabeza, como para reclamar su inocencia.
—¡Pero no te muevas!
—Lo siento. ¿Dónde estabas?
—Tu sexo — gruñí mientras una mueca llegaba a distorsionar mis facciones.
—¿Entonces, Qué esperas?
Nos miramos el uno al otro durante mucho tiempo, haciendo que la atmósfera fuera un poco más ambigua. Byeol se prestaba tanto al juego que incluso me preguntaba si no estaba disfrutando demasiado este momento y eso me desestabilizaba.
Pero tenía razón, tenía que dejar que mi alboroto adolescente se me metiera en el culo. Cosa que normalmente no era. Así que me rearmé con mi pincel, decidido a terminar mi trabajo.
La escuché susurrar algo nerviosamente, antes de verla acomodar la bata de seda en su cuerpo y saltar del sofá hacia mi baño. Me quedé paralizado por un breve momento, hasta que luego reaccioné y decidí seguir sus pasos.
—Byeol ¿Qué está sucediendo?
Estaba angustiado, especialmente cuando me di cuenta de que mi mejor amiga no me respondía. Y cuando alguien luchaba por permanecer en silencio, no podía evitar imaginar lo peor.
Antes de que tuviera tiempo de alcanzarla, escuché que la puerta del baño se cerraba y la cerradura giraba. Se había encerrado a sí misma. Llamé con aprensión, esperando que abriera la puerta, pero nada. Coloqué oído pegado a la madera de la puerta, pero no me llegaba ningún sonido, ninguna pista que pudiera haberme ayudado a saber lo que estaba haciendo.
—Ábreme — supliqué por enésima vez.
—Jungkook, solo... déjame en paz cinco minutos.
Su respuesta me golpeó como un puñetazo en el estómago. ¿Qué había sucedido? ¿Por qué se negaba a abrirme?
—Byeol... — resoplé. —¿Qué-
Me interrumpió el golpe de la puerta, que acababa de abrirse con increíble violencia. Me había movido hacia atrás por reflejo, evitando por poco terminar con la nariz rota.
Los orbes oscuros de Byeol chocaron contra los míos, silenciosamente diciéndome que me callara. Excepto que la situación era demasiado crítica para mí para cumplir con su pedido.
Sus cejas se fruncieron, comenzaba a preguntarme si no la había ofendido o algo así.
—Estás realmente ciego para no darte cuenta.
Sin siquiera darme tiempo para responder, sus labios chocaron con fiereza contra los míos.
Y la sensación del beso fue tan buena que no supe cómo reaccionar. Estaba ido, simplemente con dejarme llevar, desgarrado por emociones contradictorias.
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