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+08 ; celestial

Jungkook

Sin interrumpir el beso, caminamos con cuidado hasta el sofá de mi sala. Sus labios se movieron con fervor contra los míos, tuve que encargarme de no suspirar con facilidad ya que era una sensación tan celestial.

Estaba muy molesto en ese momento, mis reacciones me sorprendían cada vez más. No había nacido ayer para comprender que ya no era simplemente la amistad lo que nos unía. No después de las sensaciones que estaba sintiendo, tampoco después de su inesperada confesión.

Solo los sonidos de succión resonaron dentro de la habitación, así como el de nuestras respectivas respiraciones aceleradas. Nos sentamos pesadamente en mi sofá, mientras mis manos la sostenían.

Para mi asombro, su lengua rápidamente rogó por el acceso a mi guarida oral. No lo resistí por mucho tiempo, curioso, pero también muy ansioso por experimentar con ella.

Sus delicadas manos ahora cubrieron mi cuello. Ella era una gran besadora. Y sentí que la temperatura de mi cuerpo se disparó a mil, estaba muy duro.

Maldita sea, ella así encima de mí se sentía tan jodidamente bien.

Por alguna razón que no pude entender, terminó nuestro beso. Mi respiración era increíblemente errática, como si acabara de correr cien metros. Ya no podíamos quitarnos los ojos de encima, como si estuviéramos magnetizados el uno por el otro. Sentí ganas de insultarla para aligerar el ambiente, pero luego cambié de opinión.

—Tú... Mierda, no puedo creerlo. — murmuré suavemente.

Si me había tomado tanto tiempo entender sus intenciones, es simplemente porque me había parecido demasiado impensable que sintiera amor por mí, ya que nuestra amistad era estrecha. Había pensado en todo menos en la posibilidad de que pudiera amarme, barriendo inconscientemente esta idea desde el principio, por parecerme absurda.

Además, besar a alguien no significa necesariamente estar enamorado. También podría reflejar una atracción física o sexual, una carencia. De ahí mis dudas anteriores.

—Creo que tengo que irme.

Escuché su voz, por el beso, temblorosa.

—Espera, ¿te vas? ¿Después de esto?

—Si me voy es sobre todo para que lo pienses con tranquilidad.

—¿Tú de verdad me amas?

—Lo hago — me sonrió con una mirada divertida. —Y desde hace algún tiempo.

Asentí distraídamente, asimilando cuidadosamente lo que acababa de revelarme.

—¿Desde cuándo?

—Tengo que irme a casa — se rió nerviosamente mientras se levantaba de mi regazo y se terminaba de poner su otra ropa.

—Nos enviamos mensajes, ¿eh?

—Como siempre — aseguró asintiendo.

Y de pronto la puerta de mi apartamento se cerró de golpe sin demasiada fuerza. Después de eso, nada. El silencio se estableció de nuevo. Ella se había ido.

Pero tenía otra preocupación. Mi trabajo de arte aún no estaba terminado. Y acababa de besar a mi modelo.

Con paso cansado y una maldita erección que necesitaba bajar con una ducha muy fría me dirigí a mi lienzo y lo contemplé por un breve momento con mis ojos indecisos.

No tenía otra opción, iba a tener que hacer trampa. Con el pincel en la mano, tracé las curvas de su sexo que todavía vagamente podía imaginar.

Unos minutos después, el resultado me pareció bastante satisfactorio. Solo me quedaban algunos últimos retoques y definitivamente estaría terminado.