Capítulo 34. Beso, Verdad o Atrevimiento

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Haber pasado toda la noche anterior caminando y atravesando las ciénagas tras aquel fuego fatuo les había pasado factura. Les dolían todas las extremidades de sus cuerpos. Habían realizado un gran esfuerzo por mantenerse bien despiertos y no cometer ninguna estupidez. A punto habían estado de perder el potrillo de Toumas, aunque gracias a la ayuda de todos habían conseguido salvar la situación. Bastian sabía que no lograrían avanzar mucho más en ese estado, así que se resignaron a encontrar un lugar donde poder acampar y descansar el resto de la mañana.

Como un regalo de un dios desconocido, a lo lejos Melowyn divisó una choza medio derruida que se cruzaba en su camino al final de la llanura bajo las montañas. Apenas unas pocas vigas de madera sostenían un techado a punto de derrumbarse apoyado sobre dos paredes moribundas. Erestor se había acercado para explorarla. No estaba habitada, aunque podría haberlo estado un tiempo atrás. Tras cerciorarse, los demás se acercaron. Gran parte de la cubierta de caña se había derrumbado por las últimas lluvias, pero podían apartar los escombros y hacerse un hueco donde poder refugiarse entre los muros de piedra, pues los árboles no llegaban a ser tan seguros como una casa y las raíces a menudo se clavaban en la espalda y no dejaban dormir bien. El suelo era bastante plano y los restos de una antigua chimenea apoyada sobre una de las paredes que seguía en pie servirían para encender un fuego y preparar algo de comida. La poca que les quedaba escondida en el fondo de sus alforjas, ya que habían tenido que racionar sus últimas provisiones. Un árbol tosco se apoyaba junto a la casa y mantenía en pie lo que quedaba de ella. Profería buenas sombras, aunque no hubiera sol.

—¿Y si vive alguien? —preguntó la pequeña.

—Me temo que este lugar está más solitario que un desierto en sus horas más altivas de calor —respondió Erestor, aunque seguramente él tampoco las tenía todas consigo. Sólo el mero hecho de poder echar una cabezadita los mantenía ciegos y propensos a aceptar cualquier posibilidad de descanso.

—Este lugar está abandonado —corroboró Meliot.

Los chicos se pusieron manos a la obra y acondicionaron aquel lugar hasta sentirse cómodos y guarecidos. Mientras Meliot montaba guardia, pues ya nada era seguro, los demás descansaban. Durmieron durante casi toda la mañana e hicieron cambios de turno cada hora.

Por la tarde, y después de comer, Bastian salió por los alrededores en busca de plantas medicinales para intentar menguar el hinchado tobillo de Yvain. Podía recurrir al saquito de piel que le había dado Amanieu antes de su partida y que había sanado la herida de Toumas en el Monte Perdido, y por qué no decirlo, le había devuelto la vida. Pero quería reservarlo por si se encontraban ante un asunto que revistiera más gravedad. Además, quedaban pocas hierbas y no existía herida, quizás el hueso se había salido de su enclave. Sólo esperaba poder suavizar el dolor que sentía la pequeña y encontrar pronto la ayuda de los Kalagar. Ellos sabrían qué hacer en esos casos. Podrían utilizar ese poder del que le había hablado Amanieu para sanarla. Mientras buscaba, recordaba algunos de los nombres de las hierbas que la anciana le había enseñado y hecho memorizar uno a uno. Ahora le agradecía tal esfuerzo, aunque no encontrara lo que realmente buscaba.

Los hermanos granjeros habían ido en busca de más leña por si se terminaba la que habían encontrado esparcida alrededor del lugar y no tenían suficiente para pasar la noche. Tras despertarse así lo habían decidido. Pese a la falta de alimentos, pasarían el resto del día en aquel refugio y avanzarían al día siguiente. Debían recuperar fuerzas y descansar todo lo que pudieran. Bastian presentía que iban a necesitarlas. Mientras tanto Meliot se había quedado al cuidado de Yvain. Melowyn recolectaba hierba para dar de comer a los caballos, ya que cerca de la casa apenas crecían briznas.

Una hora más tarde, Toumas preparaba junto al fuego una pequeña infusión y unos curtidos paños con las hierbas que Bastian había conseguido hallar bajo la cepa de unos árboles caídos. Yvain puso cara de placer cuando Ian le aplicó los paños calientes sobre el tobillo abultado y la zona dañada mejoraba en aspecto. Cada vez se quejaba menos del dolor, aunque Bastian sabía que lo hacía por querer aparentar ser mayor. El agua empezaba a escasear, habían llenado sus cantimploras hacía dos días y ya casi no les quedaba, aunque suponía que debía existir algún riachuelo próximo donde poder rellenarlas. ¿Quién si no habría construido esa choza sin un lugar donde abastecerse de agua?

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⏰ Last updated: Jul 13, 2022 ⏰

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Los Tres Reinos. Averyn.Where stories live. Discover now