Capítulo 13: Mis heridas

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No sé cómo, escuche segundo a segundo como apretaba ese cañón de la pistola y lo dejaba ir para así causar el efecto de salida de las balas. Milésimas de segundos después intenté girarme para ver la dirección de las pequeñas asesinas, pero todo iba muy deprisa. La velocidad de las balas era increíble y noté como una de ellas me rozaba ligeramente el brazo. Tan solo llevaba una camiseta de manga corta, toda yo ya estaba cubierta de sangre. Entre la herida en el torso y ahora con esto, no había barreras entre las líneas finas de la camiseta y el pantalón. Seguían disparándose balas hasta acabar el cargador de la maldita pistola. Se me hizo eterno. Y de golpe, al ver tanta sangre solo reaccioné mirando hacia el otro lado donde estaba Sophie. Y para desgracia la mía, ya no me seguía los pasos. No se situaba cerca, incluso ya ni corría. Estaba muy débil, y yo retrocedí para ayudarla, para guiarla hacia un lugar donde nos pudiéramos poner a salvo. Tom estaba parado, al fondo de la calle pero ya reía. Volví a mirar a Sophie y empezó a sangrar por la boca. Después se desplomó de rodillas contra el asfalto hasta caer del todo y quedar tendida en medio de la carretera. Corrí más aún para llegar a su lado. La giré, la zarandeé y lo miré a él:

— ¡Eres un maldito cabrón! — Grité con mucha rabia interior. — Sophie, ahora no. Ya hemos llegado hasta aquí. — Me dolía todo. Ella no conseguía responderme y cerré los ojos para seguir gritando. Tom solo seguía riendo a carcajada limpia. Su eco estaba dentro de mi pequeña cabeza. Y de golpe paró.

Abrí los ojos del susto del momento e intenté parpadear varias veces. Estaba estirada en un banco de madera, en algún lugar que jamás había visto. Era un banco amplio, con respaldo. Pintado de hacía poco, se notaba en el blanco puro e intenso que reflejaba. Hacía mucho sol y me molestaba. No controlaba nada de mí alrededor. Se oían sirenas:

— Una ambulancia está de camino no te preocupes cariño, ¡Saldrás de esta! — Alguien comentaba a mí alrededor.

— ¿Cómo? — Pregunté confundida. — ¿Dónde estoy? — Seguí preguntando a la voz que me hablaba.

— Es normal que estés desorientada Lía. ¿No recuerdas que ha pasado? — Seguía intrigante la voz. Pero yo no lograba ver quien era con tanto sol. Había perdido mucha sangre y al intentar tocarme el costado del torso quise morir del dolor.

— ¡Oh! ¡No soporto más este dolor! — Dije de golpe.

— Ya viene la ambulancia Lía. No pasará nada. ¿La oyes? ¡Está aquí! — Volvió a repetir la voz.

La ambulancia parecía estar cerca. Tan cerca como que ya había llegado al punto donde me encontraba. La voz que escuchaba se acercó por el otro lado para dejar trabajar a los médicos y la vi. Era una mujer esbelta, con pelo rubio, muy guapa y no debía ser mayor. Se parecía cantidad a Noa. ¿Dónde estará Noa? Me pregunté en ese mismo instante. Solo pude recordarla dos segundos que de seguida me subían a la ambulancia. Todo transcurría con mucha urgencia. Quizá estaba más grave de lo que pensaba. Desde que me encontré en este extraño lugar la mujer de la voz estuvo apretando la herida del brazo. Pero entonces ¿Dónde están Tom y Sophie?

De camino hacia el hospital aquella mujer seguía a mi lado. Y cada vez que me hablaba pronunciaba de nuevo mi nombre. Al final pregunté:

— No dejas de repetir mi nombre ¿Es que nos conocemos? — Me miró extrañada. Como si esas palabras no pudieran salir de mi boca.

— Lía, ¿Estás bien? ¿Cómo puedes decir eso? Sé que han atracado un banco y no has salido muy bien parada de allí. Solo fuiste a sacar dinero pero no era ni el sitio ni la hora adecuada para ello. Pero no te sientas culpable Lía, no pudiste hacer más por aquella mujer. Se acabó.

— ¿Qué? — ¿De qué me estaba hablando? ¿Un banco? ¿Un atraco? ¡Qué va estoy así por culpa de Tom! Pensé en mis adentros. Como ya dije antes, me suena mucho su cara y parece que la conozco pero todavía no sé de qué. — Dime tu nombre por favor. — Debía salir de dudas de una vez por todas.

¿Volvemos a empezar? © [Editando]Where stories live. Discover now