Treinta y dos

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Para Elyon, lo único peor que soportar a Azhryl siendo bromista todo el tiempo, era tener que enfrentarlo cuando sabía que se pondría serio

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Para Elyon, lo único peor que soportar a Azhryl siendo bromista todo el tiempo, era tener que enfrentarlo cuando sabía que se pondría serio.

No eran muchas las ocasiones en las que aquello sucedía, y por eso podía recordar con claridad lo aterrador que llegaba a ser al relucir su verdadero carácter. Era la razón por la que fue el candidato favorito para ser rey antes que Lyn, y sabía que sus ideas podían ser tan brillantes como las de su mejor amigo.

Incluso si tenía que enfrentar un duro regaño, Azhryl y Vega eran su única solución.

Sobrevolando el Reino de las nubes, aceptó que era real que perdieron una de sus islas, y estaban muy cerca de perderlo todo, pero incluso con las grietas en los puentes de mármol y sus flores marchitas, pudo sentirse en casa, a pesar de que no lo merecía. Su misión estaba muy lejos de ser cumplida, y no tenía tiempo de descansar.

Entrar al palacio con la intención de anunciar algo que no era ni por asomo una victoria, se sentía como un castigo, pero debía enfrentarlo.

Aun así, saludó a su gente con la amabilidad que siempre le caracterizó, hasta llegar al salón donde se reunía con sus compañeros, y Azhryl y Vega levantaron la vista al verlo.

Ni siquiera tenía que decir nada; su rostro no auguraba buenas noticias, y Lyn no estaba con él.

Los guardianes mayores compartieron miradas, y antes de que Azhryl pronunciara alguna palabra, Vega se adelantó:

—¿Qué ha sucedido, Elyon? —preguntó con timidez, mientras se acercaba—. ¿Lyn te ha pedido algo? Podía haber enviado una nota con su garza, igual que nosotros lo hicimos con ustedes...

De manera inevitable, Elyon rodó los ojos ante la mención de su mejor amigo. Aunque el viaje a Wölcenn llevó su tiempo, cada vez que un pensamiento que tenía que ver con Lyn se le cruzaba a la mente, buscaba pensar en cualquier otra cosa. Aun así, por más que lo evitara, Lyn de Wölcenn se volvería el tema central de lo que anunciaría.

—Lyn ha sido tomado como prisionero de Wækas —se limitó a declarar, con la seriedad que merecía, pero sin ánimos de entrar en mayores detalles.

—¿Qué cosa? —Sorprendido, Azhryl se levantó, yendo a verlo—. ¿El Reino de Wækas nos ha traicionado...?

Bueno...

Con dificultad para tragar, Elyon bajó la mirada, y se odió por darle tantas vueltas al asunto. No era un niño, y debía responsabilizarse de sus actos.

—Fue al revés —declaró, y respiró profundo—. Nosotros traicionamos a Wækas, pensamos que podríamos robar su cristal núcleo, y al final nos atraparon a nosotros...

Fue evidente en las expresiones de sus compañeros lo difícil que se les hacía creer eso, pero tampoco era el tipo de broma que haría jamás.

—¿Y qué les hizo pensar que podían hacer semejante estupidez...? —preguntó Azhryl incrédulo, pero su compañera lo apartó, porque aunque empezaba a enojarse también, eso no los llevaría a ningún lado, y eran todo de lo que su reino dependía.

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