La Advertencia De Dobby

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Este episodio será más largo que el anterior, mucho más.

Narra Harry

Hoy me he disculpado con mamá Dalia, por gritarle y dándole gracias por el consejo.

Estaba hablando y ayudando a mamá Dalia, la cual estaba preparando varios dulces, entre ellos una gran tarta, hoy se celebraría el aniversario 25 de la ONG que siempre llevamos cosas, en navidad comida, y también dábamos cosas innecesarias y en buen estado.

En eso se oye un ruido arriba.

-Harry, puedes ir a ver- dijo aún decorando la tarta

-Claro

Cuando entre a mi dormitorio, no grite, pero estuve a punto, solo para no asustar a mi tía. Una pequeña criatura que yacía en mi cama tenía unas grandes orejas, parecidas a las de un murciélago, y unos ojos verdes y saltones del tamaño de pelotas de tenis.

La criatura y yo nos quedarnos mirando uno al otro, y Harry oyó la voz de su tía, la cual al parecer estaba hablando con alguien.

Aquel pequeño ser se levantó de la cama e hizo una reverencia tan profunda que tocó la alfombra con la punta de su larga y afilada nariz. Me di cuenta de que iba vestido con lo que parecía un almohadón viejo con agujeros para sacar los brazos y las piernas.

—Esto..., hola —salude, azorado.

—Harry Potter —dijo la criatura con una voz tan aguda—, hace mucho tiempo que Dobby quería conocerle, señor... Es un gran honor...

—Gra-gracias —respondí, alcanzando la silla del escritorio y me senté. A mi lado estaba Hedwig, dormida en su gran jaula. Quise preguntarle «¿Qué es usted?», pero pensé que sonaría demasiado grosero, así que dije:

—¿Quién es usted?

—Dobby, señor. Dobby a secas. Dobby, el elfo doméstico —contestó la criatura.

—¿De verdad? —pregunte—. Bueno, no quisiera ser descortés, pero no me conviene precisamente ahora recibir en mi dormitorio a un elfo doméstico.

De la sala de estar llegaban unas risas por parte de una señora. El elfo bajó la cabeza.

—Estoy encantado de conocerlo —me apresure a añadir—. Pero, en fin, ¿ha venido por algún motivo en especial?

—Sí, señor —contestó Dobby con franqueza—. Dobby ha venido a decirle, señor..., no es fácil, señor... Dobby se pregunta por dónde empezar...

—Siéntese —dije educadamente, como me enseño mamá Dalia cuando recibía visita, señalando la cama.

Para confusión mía, el elfo rompió a llorar, y además, ruidosamente.

—¡Sen-sentarme! —gimió—. Nunca, nunca en mi vida...

Me pareció oír que en el piso de abajo hablaban entrecortadamente.

—Lo siento —murmure—, no quise ofenderle.

—¡Ofender a Dobby! —repuso el elfo con voz disgustada—. A Dobby ningún mago le había pedido nunca que se sentara..., como si fuera un igual.

Procure hacer «¡chss!» sin dejar de parecer hospitalario, indique a Dobby un lugar en la cama, y el elfo se sentó hipando. Parecía un muñeco grande y muy feo. Por fin conseguí reprimirle y se quedó con los ojos fijos en mi.

—Se ve que no ha conocido a muchos magos educados —dije, intentándolo animar.

Dobby negó con la cabeza. A continuación, sin previo aviso, se levantó y se puso a darse golpes con la cabeza contra la ventana, gritando: «¡Dobby malo! ¡Dobby malo!»

Como Una Madre Para Harry PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora