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CAPÍTULO 29: TENGO MIS OJOS EN TI

Eran las ocho de la mañana cuando Harry se despertó. No reconoció el lugar de inmediato, sin embargo, el leve aroma de Avel le perturbó.

Las escenas borrosas de las últimas horas pasaron como luces intermitentes por su cabeza. Todo lo que recordaba eran fragmentos dispersos, inconexos, de lo que había sido el desarrollo de su celo. Breves episodios de lucidez.

Louis, su precioso omega, gimiendo incontables veces su nombre, su deseo, su hambre. Harry se convirtió en una mezcla de posesividad y desenfreno. Cuando era su nombre lo que Louis gemía no había forma de que el alfa de Harry pudiera controlar sus instintos más primitivos.

—Dilo. ¿A quién perteneces? —Su lado protector y dominante tomando el control.

—A-alfa. A ti. H-Harry. A ti.

Las piernas de Louis se hincaban en los hombros del alfa mientras su miembro se presionaba profundamente en el interior del omega en el ángulo adecuado. Ambos jadearon al sentirlo.

Podría endurecerse otra vez solo con recordarlo.

Más, más, más. —Un mantra. Todo lo que Louis había sabido hacer era rogar—. Harry, por favor. No te detengas.

Harry no hubiera parado de todas formas, porque Louis rogando debajo de él le hacía perder la razón. Aunque Louis nunca tendría que estar rogando lo que Harry le ofrecía sin pedirlo.

Sus ojos dejaban de estar nublados, acostumbrándose a la luz natural, y su visión se centró. El omega estaba allí, a su lado, durmiendo en silencio de espaldas a él. Su respiración era tan tenue que Harry comprobó si estaba bien. Tenía el cuerpo lleno de marcas y aunque Harry no veía las suyas notaba el picor suave de los arañazos en su espalda.

—Tu nudo, lo quiero. Dentro. Hazlo. —En ese momento, ninguno de los dos mostraba un atisbo de lucidez. Ninguno entendía realmente el significado detrás de esas palabras.

Entonces Harry lo hizo. Su cuerpo se relajó y se tensó en el mismo instante que su nudo se hinchó en el interior de Louis. El omega soltó un quejido al notar el estiramiento y Harry lo tranquilizó con suaves caricias y dulces palabras.

El recuerdo lo golpeó con violencia.

El nudo que los unía todavía estaba hinchado en el interior de Louis. Harry entró en pánico al darse cuenta. El movimiento tenso hizo a Louis despertarse con un quejido abandonando sus labios.

—Harry —fue el intento de una protesta, débil y temblorosa. Su voz no podía sonar mejor cuando la había estado forzando toda la noche.

Harry no sabía cómo decir sus siguientes palabras. No obstante, cogió aire y lo dijo.

—Louis, el nudo... —El omega se palpó la parte baja de su vientre, notando la pequeña protuberancia. No parecía tan preocupado como el alfa—. ¿Te duele?

—No duele. Me gusta —confesó con una voz dulce. Se apretó alrededor de la polla del alfa, el cual lo sintió más de lo que debía permitirlo—. Es reconfortante.

—No hagas eso —gimió. Sus ojos centellearon entre el dorado y el verde—. Todavía puedo sentir rastros del celo.

Louis lo vio como un incentivo.

—¿No te gusta? —Movió su cadera esta vez, haciendo que el nudo profundizara un poco más en su cuerpo. 

—Mierda, Lou —Harry maldijo y apretó la cadera del omega. Una nueva marca se formaría en ese lugar—. Tenemos que... parar.

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