Probando un poco, Parte II

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VENUS

Gruñidos.

Besos.

Los labios de Andreas son firmes, poderosos, y dominantes sobre los míos. El controla nuestro beso, lo domina, lo posee, así como tiene el completo control de mi cuerpo en estos momentos. Y junto con ello este beso lleva un mensaje. Un mensaje que puedo leer alto y claro.

Soy suya... Completa e irrevocablemente suya.

Siento la superficie fría del escritorio de Andreas cuando este me pone encima. Nuestro beso se vuelve más y más desenfrenado. Más salvaje. La pasión con que nos besamos es descomunal. Quiero más de esto. Quiero ser suya, no tengo miedo. Es más anhelo ser suya. Estoy tan humedad que no me da vergüenza admitir que deseo más que nada que entre sus manos en mi bragas y sepa lo mal que lo quiero. Creo que en este punto me presentaría como una ofrenda lista y dispuesta.

Entre besos, siento como soy levantada. Soy consciente de mi peso, no soy una mujer liviana, y eso Andreas lo sabe, pero soy sostenida entre sus brazos como si no pesara nada. En otras circunstancias hubiera protestado por lo que está haciendo, pero ni siquiera me importa.

Andreas interrumpe nuestro beso. Estamos jadeando y en busca de aire para llevar a nuestros pulmones. La mirada de intensidad y pura pasión que me da tiene mi piel en completo desequilibrio.

Su mirada ardiente me quema.

─ Te deseo, Venus. ─ el tono grabe con que dice estas palabras tiene a mi piel sobreexcitada.- Y voy a hacer algo que he desea hacer desde que te vi.

La crudeza, y el tono

de su voz ha cambiado. Es algo oscuro y tiene las cuerdas de mi cuerpo por completo.

- Mírame. - Andreas puso suavemente sus dedos debajo de mi barbilla. Obligándome a encontrarme con su mirada. - Quiero que seas honesta conmigo. Cuando te pregunte algo, quiero una respuesta honesta, no una educada. Si te sientes incomoda o molesta con algo de lo que haga, quiero que me lo digas, no esconderte o dudar, simplemente dímelo, y yo me detendré. Tú también debe desear esto, y si no es así. Puedes decirme que me detenga y lo hare. No cruzare los limites, aunque habrá veces en que lo hare, pero puedes estar plenamente consciente y segura que será por tu bien. Voy a empujar tus límites, y vas amar que lo haga. Voy a darte lo que quieres, Venus, no lo que la sociedad te dijo que es correcto. ¿Me entiendes?

Le asiento y sonrío ligeramente.

Sus dedos son cálidos mientras su pulgar traza pequeños círculos sobre mis mejillas sonrosadas.

Andreas sigue observándome con esos intensos ojos, y cada vez que su pulgar pasa por mi piel deja un rastro de calor.

- ¿Venus? Quiero una respuesta clara.

- Este bien.

Es lo único que soy capaz de pronunciar en estos momentos. Andreas inclina su cabeza hacia atrás, dejándome ver la satisfacción y el placer por mi respuesta.

- Buena chica. - roza un casto beso en mi boca. Mis labios hormiguearon a pesar de que el toque haya sido fugaz, un diminuto indicio de placer. - Ahora se una buena chica y abre esas piernas para mí.

Trago en seco por el tono autoritario de su voz. No es una petición, es una orden, y yo con mucho gusto sedo. No lo cuestiono, algo en mi me dice que no lo haga. Me muevo nerviosamente, lo observo y hago lo que me dice. Abro lentamente mis piernas y mi completa sumisión hacia lo complace. Me da una sonrisa ladeada, aprobando con placer. Eso es lo que quiero complacerlo. Algo en mi le gusta esto. Cada vez que me ordenaba hacer algo con esa profunda voz, me excitaba. Me ponías más caliente y húmeda entre mis piernas. Mi corazón iba a mil por hora, la timidez apoderándose de mí. Mientras abría mis piernas tuve un momento de duda. ¿Y si no le gusta lo que ve? ¿Y si mi cuerpo no es atractivo para él? Soy cociente de mi peso, y mis muslos grueso comparado con cualquier otra mujer que haya estado. Vacilo.

Andreas nota mis dudas.

- Se lo que estás pensando, y no lo hagas, no te escondas de mí. Eres una mujer exquisita, Venus Williams. Esto... - posa su mano derecha en mi muslo izquierdo, traza una pequeña línea imaginaria por mi piel.

Pequeños choques de electricidad donde su dedo me toco va dejando a su paso. Siento mis mejillas ponerse más roja de lo que están. Debo de parecer un tomate.

- Es arte, tú eres arte, y eres la mujer más exquisita que mis ojos hayan podido ver. Me gusta todo de ti, no hay nada en ti que me haga no desearte como te deseo.

Sus palabras tocan una fibra.

¿Cómo supo lo que estaba pensando? ¿Cómo supo él eso? Podía leerme tan bien con una sola mirada de su parte. Doy un suspiro, mis muslo se suavizaron a medidas que sus palabras se fueron asentando dentro de mí. Esto era un desafío. Uno que estaba dispuesta a pasar. Andreas sonrío cuando supo que lo que dijo me había hecho volver a ser yo misma. Con su mano libre la que no estaba en mi muslo sostuvo mi barbilla de nuevo mientras se inclinaba. Me estudio por pal de segundo que parecieron eternos e inclino mi cabeza para un mejor acceso a mis labios y tomo posesión de ellos otra vez. Ahondo más adentro de mi boca. Su beso sabía a algo que era esencialmente a Andreas. Cuando profundizó el beso, le di todo lo que él pedía. Estaba lista para más. Manteniendo su mirada sobre mí, Andreas coloco su mano debajo de mi vestido, acariciando lentamente de arriba abajo mi pierna, cada vez subiendo hasta que pudo colocar la palma de su mano en mi entrepierna. Me estremezco un poco ante su toque. Pero esto no lo disuade de su objetivo. Se que podía sentir el calor de mi coño irradiando a mares. Mis bragas estaban húmedas no mejor dicho empapadas y tuve que sofocar un pequeño grito. Mi respiración se detuvo. Estaba completamente excitada con ese pequeño y sutil roce de su mano en mi centro que no podía imaginar cómo estaría si me toca por completo. Si este simple toque me tenía al borde del orgasmo. Que sería una vez que al fin me sacara de mi miseria y me tocara de verdad.

Me Gustan Maduros VOL 1 (+21) {Serie Maduros}Where stories live. Discover now