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Alaris POV'S




—¿Hace cuánto que tienes esto?—Kellan inspecciona el pendrive, dándole vueltas entre sus dedos.

—Dos semanas—Cruzo los brazos delante de mi pecho, apoyando parte de mi peso sobre el escritorio detrás de mi. El pelinegro alza una ceja al mirarme, suspirando luego de un segundo.

—¿Por qué me lo muestras ahora?

Aprieto los labios en una delgada línea al mismo tiempo que recorro su rostro a detalle, buscando cualquier señal que delate su enfado. Pero me sorprendo al comprobar que se mantiene tranquilo, la línea de su mandíbula relajada y el celeste de sus ojos brillante, muy claro. Tomo una profunda respiración, rascando la parte de atrás de mi cabeza con nerviosismo.

—Creí que me ayudarías—Me encojo de hombros.

—¿A qué, Alaris?—Me desconcentro un minuto al repasarlo con la mirada; lleva esa gorra suya manchada en pintura, la misma que no le he visto usar en un buen tiempo, y una camiseta negra sin mangas. Hoy es todo tatuajes y músculos definidos, de lo que porsupuesto no me quejo, jamás lo haría. Está más que apuesto.

—A averiguar qué hay allí adentro—Un nudo se forma en mi garganta, incómoda—Todavía no pude si quiera darle un vistazo—Bufo—¿Qué pasa si realmente es de Blake?—Señalo—¿Qué me puedo encontrar allí?

Kellan suelta un suspiro, trazando ahora con la yema de su dedo pulgar las iniciales escritas en blanco sobre la superficie del pequeño objeto. Se lo queda mirando por un buen tiempo, antes de levantar la cabeza y volcar nuevamente toda su atención en mi. Hay algo diferente ésta vez, una emoción ciertamente mucho más intensa bailando en sus iris cuando conecta sus ojos con los míos.

—¿Crees entonces que esa mujer del motel conocía a tú hermana?—Acorta la distancia, poniéndose de pie frente a mi. Levanto ligeramente la barbilla para verlo bien.

Al llegar a casa, antes de que Kellan prácticamente me obligara a comer un muy cargado desayuno en su departamento, también me ayudara a vestir y luego me dijera de mantenerme hidratada el resto del día, nos encaminamos a mi habitación, dónde la memoria seguía escondida con mucho éxito dentro del cajón de mi ropa interior, entre las bragas y los calcetines. Una vez le mostré al pelinegro lo que puede significar una prueba de dónde es que se ha metido mi hermana, ya sea en los últimos meses o en los últimos dos años, le conté también el resto; la extraña conversación con la encargada del motel, y la forma en la que parecía ocultar algo al nombrar a Blake, ni hablar cuando le mostré su foto.

El chico de los tatuajes escuchó todo con suma atención, alguna que otra vez ajustando la postura en concentración, con el entrecejo levemente fruncido y los músculos de la espalda algo tensos.

Sin embargo tenemos toda la tarde para discutir y barajar la opción de que ésto si le pertenezca a Blake, además de por fin darle un vistazo al contenido. Papá y mamá están trabajando, y conociéndolos muy bien seguramente no regresen hasta el anochecer, por lo que me encuentro bastante relajada en ese aspecto. Aunque, mientras tenga a Kellan en casa sigue siendo un real riesgo que William se entere de que lo he traído aquí, sólo si la más chismosa del pueblo que resulta lamentablemente ser mi vecina abre la boca, claro está.

—No tengo ninguna prueba, pero algo me dice que así es—Asiento—¿Es demasiado loco que lo crea?

Kellan me sostiene la mirada, luego niega lentamente—No—Dice—¿Tienes una computadora?

—Sí—Digo.

Inmediatamente me enderezo, dándome la vuelta hacía el escritorio para tomar la computadora portátil. Abro la tapa, la pantalla brillando al instante con la foto de Ava y mía en el inicio.

HEAVENWhere stories live. Discover now