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Alaris POV'S



Después de que Kellan se marchara apenas si pude volver a respirar con normalidad, demasiado angustiada por todo lo que le dije, demasiado humillada y devastada por haberle creído cuando prometió que éramos solo nosotros dos.

Estúpida, Alaris.

¿Por qué se habría de conformar sólo conmigo? ¿Puedo culparlo?

Las calientes y saladas lágrimas se deslizan por mis mejillas, aferrada a las frazadas de mi cama, escondiendo la cabeza en la almohada para ahogar mis sollozos. Siento los ojos hinchados y los labios rojizos, los músculos agarrotados por permanecer en la misma posición desde hace dos horas.

El pecho me duele tanto, el dolor es tan agudo y profundo que quita cualquier rastro de paz que alguna vez pude haber tenido. Kellan era esa tranquilidad, el agua en reposo que me mantenía ligera y a flote. Pero me acabo de hundir como jamás lo había hecho y mientras la tristeza me arrastra hacía la oscuridad no peleo demasiado para detenerla.

Imágenes de él con Agnes se reproducen en mi mente una y otra vez como una tortura. Aprieto la mandíbula para no soltar un grito de impotencia, en mi memoria aparece el recuerdo de ellos dos juntos mientras la consolaba en el Minerva. ¿Estará así con ella ahora? ¿Será el turno de Agnes para consolarlo? me encojo todavía más sobre el colchón, de repente con la urgencia de golpear cualquier objeto cercano, descargando el enojo, la furia, y la decepción.

Y las cosas que le dije...

Es el ser humano más talentoso que he conocido, fue un maldito error hacerle pensar lo contrario pero ese es uno de sus pocos puntos débiles, sino el único. Y ni siquiera lo sé con completa certeza, pero por la forma en la que defiende su arte y lo hace respetar supuse que atacarlo allí bastaría para que se marche.

Lo quería libre de las garras de mi padre y haberlo logrado me destruyó mucho más de lo pensado.

Tengo la garganta seca y un dolor de cabeza punzante. Hago a un costado el cabello sobre mi rostro, exhalando un suspiro largo y pesado a medida que me incorporo en la cama. Me siento como si hubiera recibido una paliza y cuando me pongo de pie la incomodidad no mejora.

Soy malditamente patética.

Me había esforzado por olvidar lo mucho que las emociones me afectan, tratando de alejarme de aquello difícil para no tener que volver a vivir nada como esto. Pero yo misma me puse aquí y merezco cada segundo de castigo. No fui lo suficientemente buena hermana. No tengo ningún futuro con la pastelería. Una risa amarga abandona mis labios agrietados. ¿Qué es lo que esperaba?, ¿ser una especie de repostera reconocida? sueño de niños. No soy tan valiosa para que Kellan se quede conmigo, ni tan interesante, valiente o inteligente. Agnes puede darle todo lo que él busca, ella misma me advirtió desde un principio que esto estaba destinado al fracaso.

Papá siempre tuvo razón.

No tengo cualidades que me hagan especial, la gente a mi lado me deja sola, y si no lo hacen por voluntad propia entonces me encargo de hacerlo yo misma.

Con pasos débiles me encamino hacia las escaleras, el crujir de la madera debajo de mis pies es el único sonido que se escucha entre las paredes de la casa. A mis padres les surgió una reunión de último momento así que no debería sorprenderme que tampoco se molesten en saludarme para mi cumpleaños. ¿Es absurdo esperar que lo hagan? ni siquiera dudaron al contestar sus teléfonos y esfumarse sin dar explicaciones cerrando la puerta con llave prometiendo represalias si me iba.

¿A dónde iría, de todos modos?

Al llegar a la cocina miro el reloj en la pared, una costumbre que tengo por revisar el tiempo. Diez minutos para la medianoche. Cumplir años jamás se había sentido tan incorrecto. Donde debería haber un espíritu de festejo y alegría todo lo que existe es desesperanza y miseria.

HEAVENWhere stories live. Discover now