26. Realidad y ficción

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Capítulo 26. Eliah

25 de julio de 1916

Eliah empalideció al mismo compás, contemplando cómo se había hecho invisible para Hamish.

─ ¿Eliah?

─Hamish, estoy aquí... ─se habían esfumado todas las fuerzas de su cuerpo y no pudo acercarse a él.

No le oía. Los ojos grises ya cristalinos del hombre que tenía delante se llenaron aun más de lágrimas conforme pasaban los segundos y no escuchaba una respuesta. Y el latido del corazón de Eliah se disparaba cada vez que oía cómo le llamaba por su nombre con la voz rota.

─¿Eliah? ─repitió otra vez susurrando.

─¡Estoy aquí! ─le gritó. No servía de nada.

Hamish empezó a moverse entre espasmos por la habitación, obviando la presencia de Eliah. Éste lo contemplaba aterrado, sin querer creer lo que estaba pasando.

─Eliah, por favor... por favor... tú no... no me dejes, no me dejes, no me dejes...

Sentía que una palabra tras otra se le clavaba en el alma, más profunda que la anterior, mientras lo veía deambular de un lado a otro desorientado y buscando algo que ya no veía. El dolor de Hamish era tan grande como el de Eliah. Nunca había sufrido tanto en su vida.

La voz de Hamish se convirtió poco a poco en un murmullo y luego en un llanto. Se encogió sobre sí mismo en un rincón de la sala y siguió llamando a Eliah con palabras casi ininteligibles. Le sobrevino el recuerdo de aquella noche del bombardeo cuando lo había encontrado muerto de pánico en medio de uno de sus ataques. En aquel momento apenas lo conocía, y aun así se rompió algo dentro de él al verle en ese estado. La sensación de desconsuelo e impotencia era mil veces mayor ahora.

En un arrebato, el cuerpo de Eliah salió de su trance y decidió reaccionar. Se acercó a Hamish y siguió hablándole. Las palabras no penetraban en la mente atormentada éste y Eliah comenzó a desesperarse.

─Hamish... estoy aquí... ─le repetía una y otra vez.

A pesar de que lo tenía enfrente, era incapaz de verle ni escucharle.

Eliah acercó una mano al hombro de su amigo, que estaba encogido contra una pared, para agarrarle y demostrarle de una vez por todas que no estaba solo. Y como siempre, ambas manos empezaron a temblarle sin que él pudiera controlarlas. Desde el accidente no había tocado a nadie. Sentía un pánico irracional al contacto humano que le paralizaba por completo. Era como si su cerebro le enviara una advertencia de que no confiara en nadie, porque la última vez que había sentido el contacto de una persona, éste le había clavado un alambre de espino en la cara y le había dejado ciego. Varias lágrimas afloraron en los ojos de Eliah al verse incapaz de controlar sus manos. Entonces apartó la mirada de su brazo y miró directamente a Hamish.

No supo cómo, si fue un acto reflejo o que la necesidad de ayudar a su amigo fue por un momento más fuerte que el trauma, pero de repente se encontró agarrando de los hombros a Hamish y agitándolo para hacerle sentir que estaba ahí.

Cuando Hamish dirigió de golpe la mirada hacia sus ojos y vio una mezcla de tristeza y alegría al mismo tiempo en ellos, fue recompensa suficiente para hacerle olvidar a Eliah todo el sufrimiento que había soportado en aquellos minutos agónicos. La certeza de que Hamish volvía a ser él mismo era lo único que necesitaba. Y por su parte, la razón dañada de Hamish olvidó sus miedos para centrarse en el consuelo que le daba volver a ver a Eliah delante de él. No rompieron el silencio durante un largo rato.

─No voy a irme a ningún lado ─prometió Eliah.

Alcanzó a ver la sombra de una sonrisa en el semblante afligido y agotado de Hamish antes de que éste volviera sumirse en un leve sollozo. Eliah cerró los ojos y le abrazó.

Durante aquellos valiosos segundos, no hubo tristeza, ni ira, ni recuerdos borrosos, ni traumas, solamente la reconfortante sensación de que no estaban solos.

FAREWELL (NovelaTerminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora