9: Insomnio

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Toni se mantenía a oscuras en su habitación, su mano rápidamente buscó su teléfono móvil, al encender la pantalla sus ojos se cerraron levemente producto de la iluminación repentina, le mintió a su hermano acerca de que su teléfono se había dañado por lo tanto tendría que inventar la excusa de que lo mandó a reparar para así evitar más preguntas, así funcionaba su lógica, cuando decía una mentira, más tarde tenía que crear otra para darle sentido a la anterior y así sucesivamente.

«Al final sólo queda una red de mentiras qué yo mismo tejí»

El rubio miró la hora, eran poco más de las 2 de la madrugada y aún no podía conciliar el sueño, tenía el impulso de sobrepensar las cosas, de quizás hundirse en aquellos pensamientos autodestructivos los cuales no podía abandonar por más daño que le causaran, a pesar de ello Toni trató de no ceder a ese impulso, terminaría llorando nuevamente y eso no podía ser, se suponía qué ya había pasado aquel momento y que su ataque de pánico había cesado, quería convencerse así mismo de que así era... Aunque en el fondo perfectamente sabía que “eso” volvería en cualquier otro momento y lugar.

Fue por esa decisión de no ceder ante esos pensamientos qué simplemente no podía descansar en lo más mínimo, tenía que distraerse con otra cosa pues deseaba con todas sus fuerzas tener una noche tranquila.

El chico dejó el teléfono sobre la cama y por otro lado buscó la chamarra de su jefe, nuevamente la atrapó entre sus brazos, en él fondo deseaba ser abrazado una vez más por aquel hombre. Debido a lo angustiado qué se encontraba no pudo darse cuenta de aquel abrazo qué Gordon le había brindado, pero ahora que lo pensaba detenidamente... Era algo bastante único para él, Toni no estaba acostumbrado al tacto de otra persona, cuando alguien intentaba acercarse y tocarle, solía ponerse nervioso e incómodo pero lo de Gordon era diferente.

Toni aspiró nuevamente el aroma de aquella prenda, tal como suponía el aroma seguía pareciendo muy relajante, durante aquel abrazo pudo sentirse protegido aunque no fuese consiente de ello, era como si en aquel momento tuviese la total libertad de sacar parte de su dolor en forma de llanto y sin tener que sentirse juzgado por ello, los brazos de Gordon eran fuertes y le mantuvieron pegado a su cuerpo, sus manos le acariciaban, le daba la misma sensación qué cuando era pequeño y necesitaba el consuelo de una madre.

«Quisiera sentirme amado por ti, pensar que estoy a salvo contigo, sentir tu calor y verte como mi único refugio... Supongo que un pensamiento así es una completa locura»

«¿Cómo podría ser merecedor de tu gentileza? De tu atención, yo un tipo raro que no sabe absolutamente nada de sentimientos... No soy siquiera capaz de mirarte a los ojos y hablarte con claridad... Ni siquiera a ti quien más amo, honestamente prefiero que me odies, que me alejes de ti, tal vez así evites la decepción de descubrir lo que soy, la miseria qué valgo y lo roto qué me encuentro, no puedo ofrecerte nada... Y a pesar de eso...»

«Estás aquí, vuelves una y otra vez ¿Por qué? ¿Por qué lo haces? ¿Por qué desperdiciar tu tiempo en alguien que no lo vale?»

«Yo... Te amo y por eso mismo quisiera que no me buscaras nunca más... Sin embargo ahora sé que huir no me sirve de nada pues me encontrarás tarde o temprano, te amo y no sé como lidiar con este amor»

El rubio cerró los ojos mientras un par de lágrimas se deslizaban por sus mejillas, no obstante ese par eran las últimas lágrimas de esa noche, finalmente el chico pudo dormir soñando en aquel amor.

[...]

El sol se encontraba en lo alto, el rubio despertó sintiéndose demasiado fatigado, pero su fatiga se vio dispersa al momento de mirar la hora en el reloj y percatarse de que iba 2 horas tarde al trabajo, rápidamente el chico se levantó y corrió a la ducha, su sueño se convirtió en algo tan profundo qué no pudo escuchar la alarma del reloj.

Mientras hacia su aseo personal con demasiada prisa, pensaba en lo que diría al llegar al trabajo, no estaba preparado mentalmente para recibir una llamada de atención y no sentirse mal en el momento. Tras haberse alistado, tomó las llaves de casa, el móvil y la chamarra de Gordon.

Sus pasos bajaron deprisa las escaleras mirando de paso qué su hermano se encontraba dormido con la boca abierta en el sofá, ahí estaba la razón por la que no tuvo tan siquiera el aviso de su hermano menor de que se le había hecho tarde.

El chico finalmente logró llegar a la entrada y al abrir la puerta se encontró con el comisario justo al otro lado. El rubio se quedó sorprendido ante la imagen del castaño quien sólo pudo suspirar aliviado.

— Toni... Me alegro de que estés bien — pronunció el hombre con una sonrisa

— Gordon ¿Qué hace usted aquí?

— Me sorprendió que no llegaras al trabajo... Sé que eres muy puntual y nunca faltas así que me preocupé de que pudieses estar enfermo — declaró al rascarse la mejilla

— Estoy bien... Es sólo que... — el rubio se sentía avergonzado de admitir su fallo — me quedé dormido, eso es todo

— Entiendo, al menos sé que estás bien y eso es suficiente para mi

— Iré ahora mismo, estoy dispuesto a trabajar las horas faltantes

— Siempre tan honesto, me gustas... Me refiero a la manera en la qué trabajas

— Si por supuesto

Ambos se quedaron mirando en diferentes direcciones por unos segundos, ciertamente había algo inusual en el aura, después de aquel momento de tensión, Gordon le entregó la ropa que había lavado la noche anterior, el rubio entró rápidamente a casa para dejarla por ahí y finalmente pudieron marcharse en el vehículo del comisario.

— También traje tu chamarra — pronunció el chico al palpar la prenda qué reposaba sobre su regazo

— Ya veo, no me digas que tu también la lavaste anoche

— ¿Eh? Pues... — el chico se sintió apenado pues no se le pasó por la cabeza hacerlo y pensar que Gordon en cambio si se tomó la molestia 

— No importa, supongo que debe tener tu olor ahora mismo

— Lo siento

— No te disculpes... Tu olor es agradable, así que está bien

El rubio cerró los ojos ante lo nervioso qué le dejaban las palabras de Gordon, su corazón nuevamente estaba enloqueciendo y no quería delatarse por nada del mundo.

— Toni

— Sí dime

— ¿Podrías pasarme tu número? Te daré igualmente el mío... Ya sabes para poder estar en contacto en caso de algún inconveniente como el de hoy

— Sí... puedo dárselo

El hombre aprovechó la luz roja del semáforo para sacar su teléfono y enviar su contacto al chico, en el momento en que tuvo a cambio el contacto del rubio, una sonrisa salió de sus labios, Toni por su lado estaba gritando internamente, tenía en su teléfono el contacto del hombre al qué ama, se sentía emocionado por ello y a la vez nervioso por lo que pudiese suceder a raíz de aquello.

Continuará...

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