008, El manicomio Pennhurst

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Bajaron del auto, mirntras Robin y Annie se ayudaban una a la otra para evitar caerse al estar caminando con tacones con los que no estaban familiarizadas.

—No puedo respirar con esto, y tengo comezón en todo mí cuerpo—se quejo la rubia, acomodándose su camisa rosada.

—Siento que moriré—murmuro Annie, acomodándose el cuello de su camisa violeta.

Nancy rodó los ojos, cansada de las dos.

—No todo puede ser cómodo, ¿si? Somos academicas.

Robin negó con la cabeza, —Que acaban de salir de un brunch de Pascua—su mejor amiga soltó una risa—Además, el sostén que me diste me está pellizcando los pechos.

Annie se sostuvo inconcientemente de Nancy, mientras acomodaba sus medias largas y los tacones de punta.

—Okey. Oye, ¿me dejarian hablar a mí, si acaso es posible? —pregunto en tono bajo.

—No solo es posible, es inevitable. Porque muy pronto moriremos por estrangulamiento—respondio Robin y Ann asintió de acuerdo con ella.

Esa increíblemente colorida y apretada ropa iba a ser la causa de sus funerales.

Entraron al gran establecimiento, siendo guidas por el personal hasta la oficina del director de Pennhurst. Las tres tomaron asiento al entrar a la oficina, saludándolo cordialmente. Annie vio una pequeña caja de cristal con chocolates con menta y sonrió emocionada, sacando un par y comenzando a comer.

Les pasaron las carpetas al hombre, quien comenzó a revisar atentamente y en silencio.

Asintio, —Excelente promedio—volteo a verlas—De las tres—dejo la carpeta sobre el escritorio.

Nancy sonrió y le entrego una cosa más.

—Y aquí está la carta de recomendación del profesor Brantley—hablo.

Annie siguió comiendo los chocolates, mientras sus dedos se quedaban levemente manchados.

El señor se inclino para leer mejor, —Ah, conozco a Larry. Bastante bien—asintio—Ya saben lo que dicen: “Los que no pueden ejercer enseñan”.

Soltó una risa y tuvieron que compartirla por puro compromiso.

La mayor volvió a tomar la palabra.
—Ah... Si. Si, y, de hecho por eso estamos aquí—volteo a ver a Annie quien alzó ambas cejas sorprendida y sin entender—Porque no podemos aprenderlo todo en un salón de clases.

Nancy disimuladamente le dio un manotazo en la mano a la castaña, en señal de que dejara de comer los chocolates.

Annie frunció el ceño y relamio sus labios, limpiando los restos de el dulce en ellos.

El director hablo, —Y yo lo comprendo muy bien—junto sus manos—Pero hay protocolos para visitar a pacientes como Víctor. Hay que hacer una solicitud, someterse a un proceso de selección, y a partir de eso, el consejo decide—Las chicas fruncieron el ceño—Veo que eso las depeciona. Pero con gusto podría darles un recorrido. Podrían hablar con algunos pacientes del pabellón de baja seguridad.

Annie ladeo la cabeza, mirando fijamente al hombre con expresión neutra.

No le gustaba que las cosas se salieran del plan.

—Y a nosotras... nos encantaría—respondio Nancy—El problema es que... debemos finalizar nuestra tesis en un mes.

—Y ya no hay tiempo—completo el director— ¿Quien tuvo la culpa?

— ¿Disculpe? —pregunto Annie bruscamente, perdiendo la paciencia.

Nancy rápidamente llevo una mano hacia la pierna de Ann, sin tiempo a pensar porque, solo quería que la castaña no echara todo el plan a perder.

𝗗𝗢 𝗡𝗢𝗧 𝗛𝗔𝗧𝗘 𝗠𝗘; nancy wheelerWhere stories live. Discover now