CAPÍTULO 3.

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El Líder de la Pirámide Negra

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El Líder de la Pirámide Negra.
2.30 am.

Salgo del bar con una rubia entre mis brazos, me sonríe con coquetería en lo que abordamos el Pininfarina Battista. Claro que fui a ver el segundo espectáculo que iban a darme esos militares de CIOS. Aunque era inevitable pensar en esa mujer de traje rojo, ya resolvería las cosas con ella.

El llegar a mi casa no fue tan lento como pensé, la rubia a mi lado no hablaba tanto como me gustaría que lo hiciera así que el silencio nos hundió hasta que aparque frente a la fuente. La primera en salir fue ella, luego lo hice yo. Solté un suspiro acomodandome la erección, ella se rió por lo bajo antes de entrar.

La extensa mesa se extiende frente a mi, estoy demasiado excitado como para hablar acerca de la pirámide pero debo hacerlo por ser mi responsabilidad. Mi hermano está sentado a mi derecha y la mujer árabe a la izquierda.

En mi organización, la mujer no se sienta en otro lugar que no sea la izquierda, está representa la sumisión y que es un cero en las opiniones. Los principales hablan de los nuevos planes que tenemos que darle prioridad, algunos intentan convencerme y otros simplemente lo ignoran, como la mujer rubia que está después de Dylan.

— Las mujeres en venta nunca fallan. —habla el español. — Siempre están dispuesta si sabes dónde buscar.

— O cómo someter. —digo sarcástico y él asiente dándome la razón.

— ¿Tan grande les queda seducir a una mujer? —se burla la rubia que representa a la mafia Búlgara.

— Y más con esa droga que anda rondando, conozco a un proveedor, pero, es muy poca la mercancía que sale al mercado. —continua el español después de darle una mala mirada a la Búlgara.

— Te estás negando a una muy buena práctica de ventas. —me recuesto del espaldar de mi silla, despreocupado. — Los infantes siempre son una fácil entrada de dinero. —habla el sucesor de la mafia francesa, ya que su padre no pudo venir.

— Son débiles si van a traficar niños. —alega la rubia una vez más.

— Parece que nada te gusta, Ivanova. —contraataca el francés.

— Mi organización es muy orgullosa para caer en esas estúpidas cosas. —se excusa.

— Si tú quieres vender niños es TÚ problema, pero no voy a vender ningún infante en mi territorio. –hablo irritado accediendo a lo que quiere. — Aparte, lo fácil, quita diversión.

Vyarno e. —habla en Búlgaro la rubia.

El español comienza una discusión en la que la rubia no participa, me mantengo fuera de eso saliendo de la mesa y retirándome de la reunión, escucho los pasos de la árabe detrás de mi así como también los ojos de la Búlgara.

La Dama Alemana. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora