Diario del navegante: día 15.
Hemos topado con una embarcación de mercantes, todos se encontraban muertos, por más que busqué una pista en el barco no encontré nada que me indicara el motivo de su muerte, el aire no olía dulce y la comida, aunque descompuesta no lucía envenenada.
No puedo olvidar el par de ojos que vi en medio de esa red, no sé si era un prisionero o quizás alguna criatura semejante a los humanos, fuera lo que fuera no podía dejarla ahí, no podía dejar que se acercara a mis hombres.Jirō me avisa que estamos cerca de una isla, esperemos que sea diferente a la anterior y esta vez podamos abastecernos para poder viajar por lo menos unas dos semanas más, si los cálculos no me fallan estamos cerca de una isla mercante, espero poder reparar el barco, este mar no está siendo demasiado bueno con nosotros, es casi como si quiera jugar con nosotros antes de hundirnos.
Debo ofrecerle algún tributo a Kalipso, necesito llevarlos a todos a salvo de vuelta a casa.Bakugō cerró de golpe su diario cuando escuchó el crujir de su puerta al abrirse, sus ojos agudos pronto fueron capaces de divisar la figura alta y delgada de su médico quien entraba con un bol de agua y paños.
Sin decir una sola palabra Bakugō se puso de pie mientras se retiraba la camisa, por el ardor en su espalda puede asegurar que su herida está infectada al punto que ya no siente dolor alguno.
Es tanta la calma que siente que solo gira su silla favorita y se siente en ella de piernas abiertas mientras abraza el respaldar para darle más comodidad a su chico, sabe que la va a necesitar.
ー...Voy a tener que abrir todo de nuevo y cocerlo ー
Comentó Sero mientras apretaba ligeramente la zona con sus dedos, podía sentir el líquido bajo la piel que se acumulaba. A pesar de los cuidados las heridas de ese tipo siempre se infectaban, no había querido pero al parecer tendría que entrar a quemar la piel para poder sellarlo.
Bakugō solo apretó más los brazos en contra la silla antes de sentir como comenzaban a cercenar su piel, el cuchillo sin tanto filo cortó con bastante problema la piel haciendo que la espalda se le llenara de sudor, pero sin ni un sonido de su boca Bakugō soportó en total calma su tortura, incluso había estirado una mano para seguir leyendo el libro que había dejado a medias para escribir.
Sero sonrió al alzar la vista, de nuevo estaba viendo al hombre que tanto miedo le producía, porque algo había cambiado en él desde que cayó al agua, porque se había dejado ver cómo humano a pesar que solo era un monstruo en piel de ellos.
Sero quemó la aguja antes de pasarla por la piel al unir los dos extremos, sin duda de ni uno de los dos la cirugía continuó hasta que la piel de la espalda fue unida por completo.
Sero esperaba que esta vez la piel sanara, esperaba que su capitán tuviera tanta fuerza como le fuera posible para luchar contra eso que vio cayendo al agua cuando estaban en el buque, esperaba que ese hombre tuviera la habilidad de protegerlos a todos.