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𔘓

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diez días antes de la boda

rápidamente llegaron a su destino; una mesa en medio de una estructura de mármol rodeada de plantas y diferentes rosas siendo cuidada por dos guardias.
chaeyoung se retiró apenas ambos príncipes se sentaron en las sillas, teniendo frente a ellos un desayuno completo que los empleados habían preparado solo minutos antes.

— no quiere casarse conmigo, ¿cierto? — preguntó el rubio, acomodándose en su asiento y con su vista baja.

— ¿usted sí?

— buen punto... — tomó los cubiertos que estaban a un lado de su plato. estaba hambriento y nunca le diría que no a una comida.

— lamento tanto que mis padres la incomoden... ellos a veces pueden ser... — hizo una ligera mueca, tomando también los cubiertos — irritantes.

soltó una ligera risa, negando con su cabeza. — no es un problema, no se preocupe — hizo una pequeña pausa para poder comer un poco — oh, vamos a casarnos, deje de tratarme como "usted"... solo tengo dieciséis años.

sonrió ante ese comentario — bueno... tú... tú también puedes dejar de hacerlo.

— tus padres tienen problemas de dinero, ¿cierto? por eso vamos a casarnos... y tener niños... — a medida que iba hablando bajaba su tono de voz y su mirada, sabía lo que significaba.

— por favor, no lo recuerdes, olvidemos eso hasta que sea el momento... si te soy sincero, — desvío su mirada hacia los guardias por un momento, devolviendola a la menor a los pocos segundos. entonces, susurró; — ni si quiera me gustan las chicas, es mi gran secreto.

minho no solía decirle eso a muchas personas, no quería exponerse y crear polémica para su apellido y toda su reputación, había tenido problemas por ello con sus padres, ni si quiera quería imaginarse si la persona equivocada supiera esa información, pero, por algún motivo, sentía que podía confiar en su prometida, algo le decía que ella guardaría su secreto porque, cómo creía, también los tenía. y si no era así, acababa de cometer el mayor error de su vida.
jisung no pudo disimular la sorpresa en su rostro, lo que provocó una risa en el contrario. ¿al príncipe le gustaban los chicos? ¿eso significaba que podía llegar a gustarle? sabía que era más importante pensar en como tendrían descendecia pero eso había pasado a segundo lugar luego de saber esa información.

— eso... realmente no me esperaba eso, minho... — soltó una leve risa, volviendo a comer un poco de su desayuno.

¿él no se molestaría si le dijera que, en realidad no era una princesa?, ¿guardaría su secreto como él mismo también lo haría?, ¿podría llegar a amarlo de esa forma?
presionó sus labios, comenzaba a sentirse nervioso por imaginar diferentes escenarios posibles ante aquella confesión y el contrario lo había notado; ¿el nerviosismo ajeno significaba que también ocultaba cosas? ¿o significaba que, ahora, comenzaría a odiarlo y alzaría la voz?

— ¿eso es algo malo?

soltó un suspiro y alzó su mirada con una sonrisa dibujada en sus labios — tu secreto está a salvó conmigo — ante esa respuesta recibió una sonrisa por parte del castaño.

decidió, en ese corto lapso de tiempo, que no iba a confesar absolutamente nada, al menos no por el momento. aún tenía miedo, se asustaba al pensar en un mundo en el cual la gente supiera que él era el príncipe jisung han del reino de entak, no estaba listo para salir de su zona de confort a pesar de que quería escapar de ese mundo creado por su madre a uno en el cual por fin podría sentirse libre y seguro de si mismo.
sabía que minho no era un mal chico y, tal vez, no lo juzgaria por todo lo que le había pasado pero sentía que ese no era el momento adecuado, así que iba a limitarse a continuar con el desayuno.

— ¿sabes, eerin...? creí que ibas a ser como todas las princesas que había conocido... pero tú... eres diferente a todas ellas, me interesas, quiero descubrir más cosas sobre tí... — se acomodó en su lugar, dirigiendo su mirada hacia los ojos contrarios — siento que ocultas muchas cosas.

intentó no hacer alguna mueca o reacción de sorpresa — ¿tú lo crees...?

— ¡príncipe lee! — exclamó seungmin a medida que se acercaba a ellos, llamando la atención de ambos — su clase de esgrima va a comenzar.

— me temo que tendré que retirarme, señorita... — mencionó mientras se levantaba de su asiento — nos vemos luego, princesa. — se retiró del lugar junto a su empleado favorito, no sin antes dedicarle una reverencia a la menor y besar el dorso de su mano.

¿acaso el príncipe había notado que había ocultado información? no podía permitir que nadie supiera lo que pasaba hasta qué él estuviera listo.

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𝗉𝗋𝗂𝗇𝖼𝖾𝗌𝖺 𝗁𝖺𝗇Where stories live. Discover now