[first]

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historia reescrita !

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El sol es sinónimo de luz, y todo lo que ha escuchado Harriet sobre la luz le ha hecho pensar que quizás no merece toda la reputación que tiene.

Es cierto, la luz es cálida y reconfortante muchas veces, salir a tomar aire después de una larga jornada laboral puede disminuir el creciente estrés, sin embargo, personas cómo Harriet pueden ver que hay más allá de ese brillante lado luminoso del sol.

Hay quemaduras.

Esa gigantesca estrella no tiene culpa de nada, la pólvora no apreta gatillos ni tampoco lanza granadas, pero de igual forma es peligrosa. Tanto que se recomienda no interactuar con ella por lapsos prolongados de tiempo. Momentos así a veces la hacen creer que los Dursley son crueles o muy ignorantes, simplemente selecciona descarrilarse por ambas opciones, es un tren a la nada, su frustrante callejón sin salida.

Harriet comienza a decaer lentamente sobre la pequeña sombra del marco de la puerta, a su alrededor un impecable jardín se alza orgulloso, era la envidia del todo Privet Driver, las vecinas se acercarían a Petunia para pedir consejos sobre jardinería, y ella amablemente les diría que todo es suerte y talento. Ha leído en algunos libros de medicina que dicen qué un golpe de calor puede provocar desmayos o algo peor, y con ese frío sudor recorriendola no duda que le quedan pocos minutos de consciencia.

Ella prefiere dedicarlos a un deseo. Cómo si fuera la protagonista de una novela con dioses misecordiosos, cierra los ojos y casi demasido impávida para alguien que está punto de desmayarse, Harriet pide algo con todas sus fuerzas algo.

Le gustaría seguir viviendo, aunque solo un poco más.

Finalmente todo se vuelve negro, los puntos borrosos en su visión deteriorada se hacen toda una espesa negrura impasable, justo en el delirio de su semi-inconsciencia ella recuerda un irónico detalle; las personas tienen más probabilidades de morir el día de su cumpleaños.

Toma un respiro, uno antes de desmayarse.

Está rezando para que no sea el último.

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Petunia ama a su familia. Su hijo y su esposo, las personas que más ama sobre la faz de la tierra. Oye a Dudley divagar sobre algo de sus caricaturas, pidiéndole a Vernon comprar algún objeto de colección sobre la serie animada. La comida en sus platos es vorazmente devorada, dejando restos del puré de papa y bistec sobre el mantel floreado, debe limpiarlo más tarde.

Debería limpiarlo justo después de comer, antes de que la mancha sea absorbida por la tela y quede ahí para siempre, las miradas irán a ese incómodo punto marrón sobre los tulipanes y lilas, escuchará comentarios sinzañosos, los que la verán escrudiñaran sobre su pequeño y patético error.

━¿Mamá?

Su mente se distrae, finalmente, por un segundo para mirar a Dudley, la mesa es silenciosa de repente. Sonríe un poco aturdida antes de que ambos hombres la miren con sospecha.

━¿Pasó algo Petunia?━Vernon nunca fue exactamente perspicaz para adivinar que pensaban las personas, esa era una buena característica, ella buscaba a alguien que la distrajera de la realidad, no a quién pudiera ver adentro de su cabeza

━¿Mhm? Si, por supuesto, ¿Qué estabas diciendo, cariño?

La conversación es retomada con una sospechosa calma, y ella intenta no volver a cometer un desliz tan obvio.

Por el rabillo de sus ojos la puerta blanca se asoma con una culpabilidad casi invisible, un sonido sordo que la atormentaba sin importar cuánto quisiera redirigir su línea de pensamientos hacía lo que priorizaba; su familia.

𝔅𝔩𝔬𝔬𝔡 ℜ𝔬𝔰𝔢𝔰 ─── 𝔥𝔞𝔯𝔯𝔶 𝔭𝔬𝔱𝔱𝔢𝔯                           Donde viven las historias. Descúbrelo ahora