~In another life...~

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El horario lectivo apenas había comenzado, el jovencito de tez carmín se hallaba escribiendo en su cuaderno, estaba enfocado en acabar dicha carta que ni siquiera oyó como la profesora acababa de explicar. Una vez logró acabar la mencionada carta la tomó y la dobló para guardarla en un sobre, en el frente del sobre puso su nombre acompañado de otro nombre. Guardó la carta en su libreta de dibujos para entomces tomar sus pertenencias y guardarlas. La campana sonó causando que todos se levantaran de sus lugares para salir de la sala, el alemán tomó su libreta de dibujos junto con su bolsa y salió. Caminó directamente a su siguiente clase, oyó como en los pasillos se formaba un conflicto pero le dió muy poca importancia. Hasta que de repente divisó a cuatro jóvenes mucho mayores que él, eran tres chicos y una chica. Los conocía muy bien, los chicos lo trataban bien pero su relación con la chica era pésima. Bajó la mirada y continuó caminando, ese era el último año que tenían que estar en la escuela pues ya estaban por graduarse. Agradecía que su hermano se graduara el año siguiente así no tendría que estar solo y el único año que estaría completamente solo sería el último.

-Third, cómo estás?- saludó un jovencito de cabellera rojiza más clara que la suya. -Bien, qué hay de tí Austria?- respondió amablemente. Para su mala suerte el joven austríaco se graduaba el mismo año que su hermano, Weimar, juntamente con su mellizo, Hungría aunque este último no le caía muy bien.

-Has estado dibujando últimamente?- inquirió el joven. El alemán asintió levemente, aún tenía un boceto pendiente, su mirada se desvió al grupo de jóvenes mencionado previamente. Suspiró y su mirada bajó el suelo nuevamente, apretó su libreta contra su pecho.

-Oh, verdad, el Imperio Japonés y el Imperio Italiano se graduan este año, no te preocupes aún me tendrás a mí- reconfortó al contrario. Este le sonrió ladino y mantuvo su mirada al suelo, era verdad sus dos amigos se graduaban ese año. Para algunos aquello no era diferencia, graduados o no se verían otra vez pero para otros era un adiós y hasta nunca, lamentablemente esto último era el caso del alemán.

Estaba seguro de que no volvería a ver a sus amigos, su padre no es que tuviera la mejor relación con sus territorios y para que él llegase a gobernar su territorio aún faltaba mucho. Primero que nada su hermano debía crecer hasta tener la edad suficiente de gobernar y luego le tocaba crecer a él para gobernar. Aún recordaba lo que su padre le contó, todo el tiempo que pasó viviendo con su tío Prusia sin gobernar, temía pasar lo mismo que él. Años y años completamente solo pues el no tenía muchos amigos y los que tenía ahora se iban a graduar para dedicarse completamente a gobernar sus territorios. Suspiró, no le gustaba para nada esa idea, no quería despedirse, no sabía como despedirse y como si el mundo lo odiara, ese era el último día de escuela.

-Debo irme- espetó repentinamente. Austria le miró apenado mientras el jovencito se iba con rapidez a su clase, se le notaba estresado por la graduación de sus amigos. El alemán continuó caminando mirando de reojo al grupo de jóvenes, uno de ellos volteó a verlo captando la atención de los demás. El jovencito miró al suelo y entró a su clase, se dirigió al último asiento de la clase para abrir su libreta tomando uno de sus lápices. Se dispuso a continuar con su boceto mientras sus ojos se humedecían, talló sus ojos agresivamente para que nadie lo viera si no comenzarían a llamarle enfermo otra vez.

⟨Una vez llegó la hora del almuerzo⟩

El jovencito alemán permaneció en el baño escondido, no quería salir, no quería ver a sus amigos, no quería ver a su hermano, tenía ganas de llorar pero no quería. Se suponía que lo hombres no lloraban, eso era de homosexuales y él no era homosexual. Sus ojos se humedecieron cada vez más, su pecho comenzó a doler y sus labios temblaron levemente. De sus cuencas brotaron lágrimas a cantidades, odiaba la escuela, odiaba que el tiempo pasara, odiaba todo a su alrededor. Sabía que era una mala idea ir a la escuela aquél día pero no quería quedar como un mal amigo y tampoco quería ver a sus amigos pues le dolía. De sus ojos continuaron brotando más más lágrimas aunque el las limpiaba constantemente de su rostro, no quería sentirse así, él era raro, diferente al resto y a pesar de que su padre le decía que se debía a lo especial que era él no lo creía. Sabía que algo estaba mal con él, si no, no se sentiría así.

𝑪𝒐𝒖𝒏𝒕𝒓𝒚𝑯𝒖𝒎𝒂𝒏𝒔 𝑶𝒏𝒆-𝑺𝒉𝒐𝒕𝒔 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora