Capítulo 47

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Descosidos

PARTE FINAL


"Solo una vez temblé igual que el primer día que te ví, el día de nuestra despedida"

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"Solo una vez temblé igual que el primer día que te ví, el día de nuestra despedida"

—Diario de microcuentos.


Tom debía maquinar con velocidad cualquier tipo de pensamiento, la torpeza de sus actos lo evidenciaban, saltó de la barda casi sin cuidado alguno, al borde de romperse un pie. Había estado más cerca de él de lo que jamás había estado de alguien, me desconocía; no tenía remedio el verlo así de afectado sacaba al animal atróz que llevaba dentro.

—¡Baja de ahí!—me ordenó, la voz le raspaba la garganta; sentía la aspereza del suelo debajo mío y contaba en mi cabeza las balas que tenía a mi favor. Los creyentes de la luz a la par de aquel rubio avanzaban con torturante sutileza, en una lentitud eterna, tenían las manos llenas de flechas, además de otro tipo de artefactos que lanzaban proyectiles, los que venían delante cargaban densas antorchas cubiertas de fuego.

Pudieron habernos matado desde el primer momento, pudieron prenderle fuego al bosque entero, pero no lo hicieron, no estaba en sus planes acabar tan rápido, aquello era un juego y por la mirada que la mayoría clavó en mí al estar expuesta supe que el juego les complacía.

No me había dado cuenta de la rapidez con la que diferentes soldados, de diferentes escuadrones se preparaban para pelear al grito del castaño, corrían de allí para allá con gran destreza; la mayoría acaba de despertar y aún no se sacudía el sueño lo suficiente para terminar de abrocharse las cintas de las botas, el peto o empujar con suficiente fuerza los carritos de madera de dos llantas enormes que tenían encima armas de fuego, ferrers y cuchillos. «¿Saldríamos a pelear con ellos? ¿los dejaríamos entrar?, ¿eso era todo?, ¿cabía la posibilidad de que muriera, viera al castaño morir o muriera junto a él?».

Mis ojos intentaron encontrarlo entre la multitud, distinguir su cabello por entre los demás, resumirme en la curvatura de sus hombros. «Debí aprenderme el color de su piel cuando tuve la oportunidad».

El frío bajando el sudor en mi espalda, acariciándome la espina dorsal se ensañó conmigo, Había algo indudablemente mal, los superaremos en masa, en educación para pelear y armas, y con todo aquello todavía seguían ahí, eran un grupo menor comparado con las fuerzas que aguardaban listos para contraatacar.

Sentía el pecho ardiendo por la ira, ellos conocían las estrategías de Riot y las defensas de Kebo, mis ojos se dieron permiso para dejar de buscar al castaño y analizar el perímetro. Ya hay cuatro hombres listos al faldón de la reja, listos para tirar de ella y poder salir. Me quedé impávida y solo un movimiento que captó mi atención por el rabillo del ojo derecho notó que la mata de pelo rubio alejándose hasta quedar en las filas traseras. Se protegía asimismo al compás que aquella gente con flechas y arcos hechos a mano se acercaba al fuego, encendía las flechas y las enfilaba hacía arriba, sin soltarlas. Iban a atacar apenas abrieran la puerta, aquello sería una lluvía de fuego. —¡No abran las puertas! ¡No los dejen entrar!—me arranqué la voz.

Survive (Tom Holland y tú)Where stories live. Discover now