ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ¹¹ ʀᴇʟᴀᴄɪᴏɴ ғᴀʟsᴀ

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ʜᴀɴ ᴍɪ ᴊᴏᴏ

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ʜᴀɴ ᴍɪ ᴊᴏᴏ

Habia tomado asiento junto a Jungkook, y al lado también del señor insoportable, su hermano. La cucaracha también estaba ahí. Frente a mi estaba su mamá, de sobra estaba decir que me sentía incomoda.

La comida todavía estaba intacta en la mesa, nadie se había servido ni una gota, el primero en hacerlo es el señor Jeon, hace como si nada pasara.

Jungkook me ve de vez en cuando y me sonríe cuando lo miro. Se que sabe que me siento incomoda, quiero que se acabe esto rápido y pueda irme a mi casa.

—¿No vas a comer? —me pregunta bajito Jungkook.

Asiento y espero para poder comer. Muchas veces no puedo evitar mirar mal a la cucaracha. Esta dandoselas de enamorada con el cucarachon, el hermano de Jungkook. Es en estos momentos en los que entiendo que pasó.

No se como me hubiera sentido yo si me hubiera pasado algo así. Debe ser horrible.

No tenia mucho apetito, pero la mamá de Jungkook cocinaba como una diosa. Ya entiendo ese talento oculto que tiene Jungkook. El también lo hace y delicioso, varias veces ha cocinado para mí. Se siente demasiado lindo cuando lo hace.

—¿Y hace cuanto que están saliendo? —comencé a toser inmediatamente.

Jungkook me alcanzo un vaso de agua y me ayudo a beberlo. Respire profundo preparándome para contestar la pregunta del señor Jeon.

No sabia que decir, no sabía hace cuanto Jungkook había dejado a la cucaracha, no quería meter la pata. Lo miré pidiéndole ayuda.

—Dos semanas, más o menos —respondió.

Su padre asintió—. Interesante.

Demasiado.

Quise seguir comiendo, sabían que las preguntas iban a llegar, y Jungkook y yo ni siquiera nos habíamos puesto de acuerdo en algo.

Será lo que Diosito quiera.

—¿Como se conocieron? —preguntó el cucarachon mayor. Rode los ojos.

—Hace un año nos conocemos —esta vez hablé yo mirándolo fijamente—, nos conocimos en la cafetería donde venden donas, por Jimena.

No estaba mintiendo. Aun recuerdo ese primer encuentro, se había colado en mi mesa sin haberlo visto y cuando lo vi grité. Había sido gracioso y el se había reído de mi. Un poco después intercambiamos números y comenzamos a hablar, nos veiamos de vez en cuando y saliamos, pero apenas lo haciamos. Antes de pasar los veinticuatro horas juntos como esta última semana, comenzamos a chatear mucho, tanto que creo que conocíamos casi todo el uno del otro, y luego, llego el suceso de su novia y las salidas y el hecho de pasar todos los días juntos.

Solo faltaría que me acompañara a la universidad y durmiera conmigo.

Aunque eso no suena mal.

—¿Y tus padres? Tu familia —volvió a preguntar ese cucarachon.

ᴄʀɪsᴛᴀʟᴇs ʀᴏᴛᴏs › ᴊᴊᴋ [#2] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora