Capítulo 2

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Seis meses atrás

¿Para qué lo salvé? Mejor hubiera dejado que se ahogara. Le hubiera tirado el churro de flotación, esa cosa flexible que usan para la gimnasia acuática y ya. De alguna manera me las hubiera arreglado para nadar hasta el final, no había que nadar mucho. Y yo me hubiera dado la vuelta y me hubiera ido lo más rápidamente posible. Bracear con las manos y los pies, quedarme sin fuerzas, pero alejarme. Para no oir como gritaba: "Ayúdame, nena..."

Pero ni le tiré el churro ni escapé. Así me educaron. Aquí Stefa lo hizo lo mejor que pudo. Stefa es mi tía, y considera que no se puede abandonar a la gente en desgracia. Especialmente cuando se están ahogando.

He aquí que el hombre se hundía, y no fingía, se estaba ahogando de verdad.

— Ayúdame, nena....

Yo, sorprendida miré a mi alrededor, ¿es conmigo? Pero no había nadie más a su alrededor, así que resultaba que conmigo.

Nadie intentó extinguir el incendio en el yate del tipo rico, probablemente esperaban a los rescatistas. Los chicos de nuestra tripulación la empujaban con bicheros para alejarla de la "Perla del Mar", mientras el resto nos manteníamos en el agua, nadando hasta una distancia segura. Los reflejos de las llamas iluminaban la silueta masculina, yo nadé hacia el náufrago y le acerqué un "churro".

— Tome, agárrese. No podrá cruzar el mar, pero es suficiente para esperar a los rescatistas.

El náufrago agarró con una mano el churro y, encaramándose sobre él, jadeó con fuerza. La segunda mano estaba sospechosamente inactiva.

— Y ahora llévame, — agarró mi hombro con la mano que le funcionaba y me empujó a la orilla que se veía ennegrecida en la distancia, — hacia allá.

— ¡No faltaba más! — yo voy a esperar a los rescatistas, nuestros chicos enviaron una solicitud de inmediato. Y usted nade a donde quiera.

Pero se aferró a mi hombro y no me soltaba.

— Nada, nena, después puedes discutir. Tengo que esconderme hasta que mi servicio de seguridad me encuentre.

— ¡Entonces escóndase, quién se lo impide! Yo no tengo nada que ver con esto. ¿Y para qué se subió al yate si no sabe nadar?

— Sé nadar, pero me disloqué el brazo. El dolor es Infernal. Y el yate es mío.

— Era —señalé con la cabeza hacia la nave en llamas, decidiendo ser un poco sarcástica. —Y debe ir al hospital si le duele y no esconderse.

— Me quieren matar, — dijo, y de inmediato se me quitaron las ganas de ser sarcástica.

— ¿Por qué piensa eso? — pregunté, trabajando con las cuatro extremidades.

—Mi padre fue asesinado, pronto recibiré la herencia, alguien puede tener sus propios intereses,— respondió evasivamente mi víctima del incendio.

— ¿Hay algo que merece luchar? — pregunté más bien para mantener la conversación. Porque eso era lo que menos me interesaba.

— Hay algo,— asintió con la cabeza el ahogado fallido, pero se detuvo de inmediato y dijo: —habla menos, no desperdicies las fuerzas. Nadas demasiado lento.

— De hecho, estoy vestida, — dije enfadada, —pruebe a nadar usted mismo con una falda puesta. Y además con una blusa, ¿sabe usted?, no es muy cómodo remolcar a una foca. Usted anda paseando desnudo, y yo estoy en el trabajo.

El no-totalmente-ahogado sonrió y en la oscuridad brilló la blancura de sus dientes. De repente me sentí mal, ¿ y si adiviné y él está desnudo bajo el agua? Aquí hay tantos nudistas como perros. Ya yo y Nastia hemos dejado de prestarles atención, aunque al principio me sentía incómoda. Especialmente delante de nuestros chicos de la tripulación.

Двойной секрет миллиардераWhere stories live. Discover now