"Como si reencarnar en una novela no fuera lo suficientemente malo... ellas terminaron reencarnando como las princesas que tienen un final trágico".
Lo único que quedaba ahora que pertenecían a ese mundo, era buscar una manera para huir del cruel de...
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El tiempo avanzaba con normalidad y las jóvenes princesas, ya conocían su —por así decirlo— 'historia'. Todo gracias a los susurros chismosos de las criadas.
Vivian en el denominado 'Palacio Rubí', un lugar en el que solían vivir las concubinas del emperador. Ah, el emperador..., una persona que había realizado una masacre, asesinando a todos en aquel palacio.
Gracias a que sabían de eso y los rumores que envolvían a quien era su padre, ambas agradecían el hecho de que el emperador no tenía interés en ellas. Era preferible estar en el olvido, que tener la atención de aquel cruel hombre que podía asesinarlas en cualquier momento.
En cuanto a su madre... sabían que era una bailaría que había conseguido llamar la atención del emperador, lastimosamente la mujer había muerto dándolas a luz.
Bueno, no tenían tan mala suerte. Las comidas del día no faltaban y dormían en una cómoda cuna, además su habitación era lujosa, pues había varios adornos hechos de oro. Pero sabiendo sus orígenes... ¿Por cuánto tiempo podrían vivir así? Hasta ese momento las únicas caras que conocían, eran las de las sirvientas y la querida Lily.
Si recapitulaban, ellas vivían encerradas en un lugar en donde habían muerto varias personas... y todas, a manos de su padre. De solo pensarlo, tanto Athanasia como Ambrosia se ponían tensas.
Ese loco emperador.
Estaban seguras de algo, se encontraban en un lugar en el que probablemente morirían a manos de su progenitor, si este así lo deseaba... así que, ¡crearían un plan de supervivencia! Crecerían sanamente y cuando tuvieran la edad suficiente, ¡huirían de ese lugar! Claro que primero robarían el oro de ese lugar para poder garantizar una buena supervivencia. Lo bueno de todo era que, se tenían la una a la otra y eso las tranquilizaba de gran manera, pues sabían que no estarían solas.
En ese momento, se encontraban sentadas en las piernas de Lily, quien se encontraba leyéndoles un libro.
—¿Qué te parece? 'Magos', este mundo es mucho más extraño de lo que parece.
—Bueno, nosotras hablamos telepáticamente, creo que es suficiente para pensar que este lugar ya era en extremo raro.
—Sí... ¡oh! Mira eso.
Athy toco la hoja del libro, en la página donde un hombre rubio llevaba una espada. Sia miro con curiosidad la hoja señalada por su hermana... bueno, el hombre en la página era sin duda, hermoso.
—Etooo (Esto)—balbuceó Athanasia, dispuesta a saber quién era la persona del libro.
—¡Oh! Princesa, ¿reconoce a esta persona? —preguntó la mayor con alegría.
Las gemelas se miraron fijamente, antes de seguir escuchando a Lily.
