CAPÍTULO TRECE. VISITA A KINGSBURY.

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  Mientras tanto, la mayor de las mellizas se encontraba tranquila observando Kingsbury. Los soldados, altos y fuertes, le daban escalofríos al recordar lo que intentaron hacer con ella en el pueblo dos de ellos. Sin embargo, eso no era motivo suficiente para que no admirase lo que estaba presenciando.

  Todas las tropas de Ingary hacían un desfile llevando los uniformes. Grandes sombreros altos y peludos en sus cabezas. Capas de rombos de colores que llegaban hasta la cintura, decoradas con hilachos dorados y brillantes, trenzados de forma artesanal. Una chaqueta roja con botones redondos y dorados, decoraba sus fornidos torsos, mientras que unos pantalones blancos y ceñidos al cuerpo apretaban los músculos de las piernas. Cada uno de ellos llevaba unas botas negras con muchos cierres dorados. En el pecho, en la parte izquierda donde se encuentra el corazón, tenían bordada la bandera de Ingary. Representaban un sentimiento de nacionalismo inmenso.

  Incontables banderas decoraban los alrededores. Con tan sólo ver la cantidad, podría pensar que Kingsbury se había hecho con todas las banderas del mundo solo para aquel desfile. Era algo hipócrita, pues dentro de poco se iniciaría una guerra donde toda esa unión de países sería rota y se destruirían entre todos.

  Si bien es cierto, el país era un lugar de comercialización y aprendizaje, pero esta guerra sin sentido iba a tirar por la borda lo conseguido por los reyes y reinas antecesores a Madame Suliman. Nadie podía pararla. El príncipe había desaparecido y ella era la heredera por excedencia si algo le ocurría. La situación de numerosas disputas por la corona aumentaban sin cesar.

  Madame Suliman era conocida por ser una maga y hechicera impresionante. Era profesora de la Real Academia de Magia donde Howl recibió su instrucción. Debido al poder que poseía, no todos querían que se hiciera con el mando del país. Muchos tenían miedo de que la corrupción se apoderase de ella. Eran unos pensamientos bastante desconcertantes, puesto que cualquiera de los que estaban en contra de Madame Suliman caerían en la corrupción y serían sucumbidos por el poder en menos que canta un gallo.

  Aquel era un pensamiento abrumador para la mayor de las mellizas, por lo que decidió andar con más rapidez intentando no quedarse embobada admirando las banderas.

  En un abrir y cerrar de ojos, ya sé encontraba delante de las escaleras que daban al palacio. Eran muchas escaleras, demasiadas. Su color era blanco como el marfil. A los lados, más guardas que estaban exhibiendo su uniforme, velaban con lanzas afiladas la seguridad de su señora. Sin embargo, un sonido que no tenía nada que ver con el ambiente de la ciudad la desconcertó.

-Juraría haber oído un maullido... - la mayor de las mellizas pensó mientras buscaba al supuesto felino.

  Otro maullido hizo que la joven pudiese encontrar al gato. La fuente del sonido provenía de un arbusto. Ignorando todos sus modales, Kutari se agachó y metió sus manos entre todas las hojas y ramas hasta dar con el gato. Sus dedos cubiertos por unos finos guantes tocaron el pelaje suave del animal y finalmente lo agarró para sacarlo de su cárcel ecológica.

  La luz del sol hizo que el felino maullase tras haber sido sacado. Tenía la piel de color negro, pero el final de sus patas eran blancas, como si llevara calcetines. Los ojos verdes del animal miraban fijamente a Kutari. Estaban dilatados, indicando que el animal desconfiaba de la joven que lo acababa de encontrar. Debido a su tamaño, se podía deducir que no alcanzaba al año y que seguía en una etapa de adolescencia.

  Kutari apegó más al gato en su pecho. Era el mejor día de su vida según ella. Primero obtenía un obsequio mágico, iba a visitar el palacio, había recibido un vestido muy lujoso y luego se encontraba con un gato. Sin duda, repetiría aquella experiencia.

EL DESTINO AMBULANTE (FANFIC DE "EL CASTILLO AMBULANTE") PRIMERA PARTE.Where stories live. Discover now