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Shigaraki Tomura, en sus veintitantos años, desempleado, sin familia y sin hogar.

Podría estar muerto, si no fuera por Touya.

Aquel chico de cabello blanco le ha salvado la vida más de una vez, incluso en su primer encuentro.


»Mientras Tomura, en un estado terrible por no haber comido nada durante semanas, era golpeado por tres chicos molestos, quienes pensaron que este había entrado a su “zona” para robar, Touya apareció.

—¿Qué le hacen a ese tipo? -preguntó caminando hasta ellos con un cigarro entre su boca. —¿Tan fuerte es que tienen que mantenerlo abajo entre todos ustedes? Malditos cobardes. -insultó, llamando la atención de ellos, pero no tuvieron el tiempo de reaccionar y defenderse. —Ah, ya veo. -habló mientras había tirado a dos de una sola patada. —El problema eran ustedes, ¿Verdad? -Un puñetazo limpio directo a la mandíbula del que quedaba de pie, fue suficiente para dormirlo. —Ya que son jodidamente débiles.

Los dos que seguían conscientes a pesar de estar en el suelo quisieron levantarse.

El de en aquel entonces, cabello rojo, dio un salto y terminó cayendo de pie sobre ambos.

—No les recomiendo levantarse. -dijo escupiendo su cigarrillo.

Uno de ellos volteo a verlo desde abajo, sus ojos se agrandaron como si hubiera visto un fantasma. Touya le sonrió arrogante.

—¿Qué pasa? No me digas que recién te das cuenta de quién soy.

—¡Me importa un demonio quién seas! -grita el otro.

—Es... Es Dabi. -le dice el que lo había visto, rindiéndose en todo. Aceptó su derrota quedándose en el suelo.

—¡¿Cómo dices?! -pregunta, levantando su mirada y confirmar lo que su compañero había dicho. —¡Tú...! Realmente eres Dabi.

—¡Didididin! Acertaron. -finge tocar una campana en señal de victoria. Aún arriba de ellos, se agacha, ambos chicos se quejan, pero no se mueven. —Ahora que lo saben quédense en el maldito suelo o los mato. -amenazó y ellos asintieron.

Cuando “Dabi” dejó de pisarlos, bajándose de regreso al suelo, volteó hacia atrás para ayudar al hombre lastimado, no había notado que este se había alejado arrastrándose.

—¡Hey! -le llamó yendo hasta él apresurado. —Espera, estás herido, ¿Cierto? -se puso de rodillas para detenerlo. —... Mierda, ¿Estás bien? -preguntó al verlo tan delgado, con el rostro lastimado y no por los golpes anteriores.

—Agua... Agua. -decía con esfuerzo.

—¡...! ¡¿Cómo podría traer agua conmigo?! ¡Espera, te sacaré de aquí! -desesperado y preocupado, cargó a Tomura entre sus brazos, corriendo hasta el conbini más cercano. «


—¿De dónde sacaste este sofá? Es realmente cómodo y no parece tener un problema, ¿Lo robaste?

—¡¿Huh?! ¿Me ves cara de ladrón? -pregunta ofendido Touya, sentándose sobre una caja sellada a lado del sofá mencionado. –Dijiste que te gustaría sentarte sobre algo cómodo cuando estuviéramos aquí, ¿No?

—Sí, pero no somos los dueños del lugar, podrían robárselo.

—Nadie se atrevería.

—... ¿Vas a decirme de dónde sacaste el sofá o no?

—No.

—Pero no es robado, ¿Cierto? -insistía.

—Nop.

Luna de miel rojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora