Capítulo 5

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Hoy desperté con el presentimiento de que algo malo sucedería, con una inquietud tan grande que no me permitía concentrarme en lo absoluto, algo me decía que las cosas no estaban bien, y todo se relacionaba a mi encuentro con Flavio y por supuesto a la llamada de Mauro. De hecho, mi ducha no fue la misma, acostumbraba a dejar mi celular encima del lavabo con mi playlist favorito; siempre cantaba y bailaba mientras el agua tibia recorría mi cuerpo. Esta vez no regulé el grifo y tampoco bailé, simplemente dejé que el agua fría cayera sobre mí. Estaba en una especie de trance, donde mi mente y cuerpo se encontraban totalmente desconectados.

Una sensación de pesadez y preocupación se apoderó de mí, a tal grado de quitarme el apetito... y eso sí que era algo raro. Me la pasé moviendo la cuchara de arriba a abajo pero nunca hacia mi boca, así que decidí tirar mi plato de cereal a la basura. Quería quedarme sentada todo el día, y estuve a nada de hacerlo, sólo que la responsabilidad de mi proyecto me hizo levantarme. Por un mal día no echaría a perder todos mis avances.

Estaba a unas cuadras de la escuela y a lo lejos vi un tumulto de gente gritando alarida. Era una pelea entre Mauro y Flavio, el motivo de la misma era más que claro.

Me acerqué corriendo y ambos tenían sangre en el rostro, la pelea parecía llevar unos minutos, sin embargo, nadie se atrevía a detenerlos. Un sin número de celulares estaba grabando la acción, ambos no dejaban de golpearse, esquivaban unos cuantos golpes pero la gran mayoría eran acertados en alguna parte del cuerpo. El coraje que irradiaban esos dos era impresionante, un golpe contundente de Flavio creaba la antesala del fin de la pelea. Mauro cayó noqueado al pavimento y en ese momento mis sentimientos tomaron el control.

—¡Eres un estúpido, mira lo que acabas de hacer! —me arrojé al lugar donde estaba Mauro y empecé a maldecir a Flavio—. ¡Qué chingados tienes en la cabeza!, aléjate de aquí ya lograste lo que querías, hijo de puta, no te quiero ver... ¡Lárgate! —le grité una y otra vez, mientras todos observaban.

Flavio no respondió ninguna de mis agresiones verbales, simplemente se retiró.

—Mauro, amor, responde, ¿estás bien, mi vida? —le pregunté con preocupación.

—Me acabas de decir "mi amor" -
lanzó una ligera sonrisa con los labios llenos de sangre.

—No es momento de juegos, Mauro, vamos al hospital.

La gente dejó de grabar en ese momento, me quedé con ganas de decirles tantas cosas, pero sabía que no podía ocasionar más problemas, así que me guardé el coraje. Ya vería más adelante la manera de sacarlo.

Pasamos 10 minutos esperando un taxi. Sé que habría sido más fácil pedir un automóvil particular mediante la aplicación de moda, pero eso nunca pasaría ya que me encontraba peleada con la tecnología, pareciera que vivo en otro siglo.

Me subí con Mauro en la parte trasera de un Tsuru, apestaba a cigarro y el interior denotaba un gran descuido, era obvio que tenía días sin lavarse.

—Tú siempre tan anticuada —murmuró Mauro.

—Todavía que te hago el favor de llevarte al hospital te atreves a insultarme -estaba muy enojada.

—Tienes razón, mejor cierro la boca.

Mauro me conocía a la perfección, sabía que no estaba cómoda en ese automóvil. El tráfico atrasó un poco la llegada al hospital y el descontrolado aumento del taxímetro, hicieron un camino muy poco placentero.

—Serían 200 pesos -mencionó el chofer.

—Es un maldito aprovechado, ese taxímetro está alterado, pero tome el puto dinero y por favor lave su coche, estuve a nada de vomitar —me bajé de golpe mientras Mauro se burlaba de la escena.

Amanda RedWhere stories live. Discover now