Capítulo 7

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Victoria se encontraba enfrente del portalón de su edificio, esperando a que la morena acabara de aparcar en un escaso hueco enfrente a él. Luego de estar mirando para ella, fijándose en su perfil tan bonito y en lo mona que se veía mordiéndose el labio para concentrarse más, después de casi diez minutos la chica logró estacionarse y enseguida la tuvo enfrente suya.

—¿Estás lista?— le preguntó Victoria a la otra chica.

—Un poco nerviosa, pero sí, preparada. — admitió la morena con una sonrisa de lado.

—Tranquila, si es por los chicos, no lo estes, les caeras genial.— dijo Victoria buscando en su bolso sus llaves. Después de encontrarlas, con una de ellas, abrió el portal. Para ser educada, abrió la gran puerta y dejó que Avril pasara antes que ella. La florista, con una sonrisa de labios sellados, pasó a dentro del edificio. La morena se iba a dirigir a las escaleras, pero la rubia se lo impidió.— Mejor por el ascensor, que es un cuarto piso.

—Entonces si, mejor por el ascensor. — dijo la mayor soltando una pequeña risilla. La rubia llamó al ascensor y luego de esperar unos segundos ya lo tenían abierto. La menor le dio al botón del piso correspondiente, las puertas se cerraron, y empezaron a subir. Menos mal que el viaje en él había sido corto y rápido se habían salido de él, sino Avril no había podido con la presión que sentía en su pecho.

En cuanto bajaron del ascensor llegó Avril salió de inmediato, haciendo que no tuviera tanta presión en el pecho. Victoria también salió de él, aunque no tan apresurada, y se dirigió a su departamento. Aunque no lo pareciera, ella también había tenido el corazón a mil por estar tan cerca de la morena en un espacio tan pequeño. Esperaba que la chica que la acompañaba no se diera ni cuenta de esto, ya que le daría mucha vergüenza.

Tras cruzar el pasillo de aquel piso, se encontraron de frente con el piso de la rubia. La rubia se apresuró a sacar las llaves de su bolso mientras que la mayor se fijaba con bastante detenimiento en la planta que había en aquel descansillo. Tan solo se limitó a pensar en que las pequeñas ramas que salían del tallo estaban muy mal cortadas. A la chica no le dio tiempo a pensar en nada más, ya que la rubia había abierto la puerta del departamento y ya estaba dentro de él esperando a que ella también entrara.

—Ay, perdona. Me quedé empanada mirando la planta. — admitió algo avergonzada Avril.

—No pasa nada. Se te veía muy concentrada en ella... Será cosa de floristas. — dijo la rubia intentando que Avril se riera y no se sintiera avergonzada, como sus mofletes la delataban. Como había pretendido, la chica esbozó una sonrisa y por fin entró al departamento. Cuando hizo esto, la rubia cerró la puerta y se dispuso a avisar a sus amigos de que ya había llegado con la morena. — ¡Hola a todas!¡Ya hemos llegado!

De repente, por el pasillo apareció una pequeña cosa peludita que fue directa a Avril. Esta le dio con la cabeza en las piernas a la morena para que se diera cuenta de su presencia. Cuando por fin Avril vio a la pequeña Chili, se agachó y comenzó a acariciarla.

—Hola pequeña, hacía tiempo que no nos veíamos.— dijo con una sonrisa la morena, mientras la pequeña cachorrita le lamía la mano. Estos gestos no solo enternecieron a la morena, sino que también a cierta bajista que no apartaba la mirada de ellas.

—Vaya, ¡Ni cuenta me había dado del pedazo portazo que acabas de dar apenas cinco segundos!— un chico rubio apareció por la puerta que llevaba a la cocina, mientras se ponía su camiseta de tirantes blanca. En cuanto el rubio divisó a la morena, se acercó a ella. — Avril, ¿Verdad?

—La misma. — dijo con una sonrisa tímida la preguntada, mientras le daba una última caricia a Chili y se ponía en pie .

—Da gusto ponerle cara a la chica de la que tanto nos ha hablado Vic. — dijo con una sonrisa el rubio, haciendo que la otra chica menor se sonrojara un poco y la mayor soltara una risa nerviosa. —Un gusto, soy Thomas.

¡Chili! ||Victoria de Angelis||Where stories live. Discover now