6.

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Recuerdos, era todo lo que le quedaba ahora de su padre, no sabía sí lo volvería a ver, muchos decían que los magos encerrados en Azkaban morían, tal vez ese era el destino de su padre.
Todo lo que recordaba de Lucius Malfoy, le provocaban sentimientos confusos, su padre quién maldecía a todo aquel que se atreviera a si quiera levantarle la voz a sus hijos, pero también aquel que le lanzaba hechizos para lastimarlos si es que hacían algo mal, el mismo que le enseño magia con paciencia y casi con tanto amor como su madre, pero también aquel que le dejo cicatrices en sus manos por no ser "una digna Malfoy", quería a su padre pero por momentos deseaba que el fuera otra persona, que fuera cómo Sirius lo era, así ella no dudaría de lo que sentía.
A veces lo detestaba, llegaba a pensar que todo lo malo que ahora pasaba era su culpa pero por momentos lo extrañaba, extrañaba las tardes en qué jugaba ajedrez con ella, las pocas veces que la abrazo, la única ocasión que lo escucho decir que quería a sus hijos, se repetía a si misma que tal vez ella merecía aquellos castigos porque su padre quería solo lo mejor para ella, el no le haría daño a sus hijos solo por gusto.

Lucius Malfoy era alguien realmente misterioso, tanto que Adhara ni siquiera sabía sí realmente los quería a ella y a su hermano o simplemente los había traído al mundo para no terminar con el apellido Malfoy, la segunda opción parecía más probable, ya que para su desgracia, eran pocos los recuerdos felices que tenía con su padre...

Mansión Malfoy 1987.

— ¿Qué haces aquí Adhara? . Tendrías que estar practicando en el piano.
- habló Lucius Malfoy sin apartar la vista de su periódico

—  Es la hora del té, mamá aún no regresa y Draco está en casa de Vincent, creí que tal vez podríamos tomar el té tu y yo. — habló tímidamente la pequeña niña.

La tradición del té era algo que hacia s con su madre o en caso de que ella no estuviera, Draco la acompañaba, pero está vez su madre había salido a comprar algunas túnicas y Draco había sido invitado a casa de Vincent, a ella no le importó no ser invitada, realmente el no le agradaba mucho, lo que le importaba era que no tenía con quién tomar el té.

— No me gusta el te— respondió su padre, ella en realidad no esperaba que accediera, pero valía la pena intentarlo.

—  ¿Podríamos hacer otra cosa?. No tengo nada que hacer.
— preguntó la pequeña, sin su hermano en casa estaba demasiado aburrida y ya había pasado más de dos horas tocando el piano.

—Puedes ir a jugar con tus muñecas. —  le sugirió su padre.

— ¿Podrías enseñarme algo de magia? — cuestionó sin tomar en cuenta la sugerencia de su padre.

— Bien. — accedió Lucius, levantándose del sillón
—  ¿Recuerdas algún hechizo qué quieras probar? — preguntó mientras Adhara entrecerraba los ojos para recordar, vio a su padre reír un poco ante ésto.

—  Leí del hechizo Accio, me parece muy útil. — respondió Adhara. — Leí un poco sobre como hacerlo. —  agregó

— Bien, toma. —  Lucius le dió su varita y ella la tomó. — No la sostengas tan fuerte, hazlo así. — el hombre se agachó para quedar a la altura de Adhara y tomó su mano para guiarla —  Ahora, concéntrate. —  le dijo.

— Accio periódico. — pronunció la rubia, el papel flotó un poco pero no logró llegar hasta sus manos, miró a su padre para verificar sí estaba enojado pero Lucius más bien parecía confundido.

—  Intenta de nuevo, pero concéntrate más en sostener bien la varita. —  le dijo.

— Accio periódico. —  volvió a decir Adhara consiguiendo que está vez el papel llegará a ella directamente.
— !Lo logré ! — habló emocionada esperando la reacción de su padre.

El horrocrux perdido. Where stories live. Discover now