Kady no cree en el amor. Nunca lo ha hecho y la culpable es su madre. Sin más preocupaciones que seguir dedicándose a su gran pasión, la fotografía, no espera verse envuelta en un suceso del pasado que cambiará su vida para siempre.
Dylan es un romá...
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EPÍLOGO
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Un año después.
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Es increíble como en un año puede pasar tan tranquilo. Sobre todo si tenemos en cuenta lo movidito que fueron esos casi ocho meses. No voy a mentir, organizar una boda genera algo de estrés, pero preferiría organizar mil bodas antes que repetir alguno de esos meses.
No puedo decir lo mismo de la vida de nuestros amigos. Shane y Darcy dejaron su relación porque a él le surgió la oportunidad de irse a Italia a realizar un exclusivo curso de cocina impartido por un chef famoso y ninguno de los dos estaba dispuesto a mantener una relación a distancia. Menos sin saber con exactitud cuánto tiempo estaría fuera.
Por ello cuando Darcy inauguró su pastelería hace un par de semanas me sentí muy feliz por ella. Desde que Shane se fue había estado muy decaída y trabajar duro para abrir su propio negocio fue una buena terapia. Creo que todavía le cuesta creer que el banco le concediese el crédito. Ahora la miro y sé que es feliz.
Con Shane hablo bastante. Desde que ocurrió el accidente no quiere estar mucho tiempo sin hablar con nosotros. En cada llamada nos pregunta por Darcy, pero no está con ánimo de llamarla. Lo mismo le pasa a ella. Tiene claro que cuando vuelva, porque nos ha asegurado que va a volver, va a montar su propio restaurante y cumplir su sueño. Tampoco lo pasó bien por la ruptura con Darcy, pero creo que estar centrado en su gran pasión le está ayudando a sobrellevarlo.
Con Edgar sigo en contacto. Gracias a eso sé que le han ascendido y está tratando de encontrar el amor. Aunque se quiere tomar las cosas con calma. Según me ha dicho en varias ocasiones no tiene prisa y casi prefiere encontrar el amor sin buscarlo que desesperarse por no querer estar soltero. Ha salido con un par de chicas, pero no ha cuajado y no se le ve mal por ello.
Los padres de Dylan, todavía no me creo que Declan sea su tío y la verdad que a veces parece que Dyl tampoco lo cree, decidieron mudarse a Arcliff para estar más cerca de los abuelos. Siguen llevando el mando de la empresa, pero la batuta la llevan Dylan y Wyatt junto con Aglay.
Aglay sigue soltera. Viaja por el mundo con el dinero que gana trabajando y, aunque a veces me da la sensación de que se siente un poco sola, nunca lo ha demostrado. Sé que está bien y que si en algún momento algo la molesta o preocupa nos lo dirá sin dudarlo.
Por último, pero no menos importante está Sheila. Una compañía de danza la contrató y poco a poco está ganándose la confianza de los directores y productores. La última vez que hablamos me comentó que estaba cerca de ser la bailarina principal, pero lo más importante es que está de gira por el país y es algo que le apasiona.
A mi hermana y a mis padres les perdoné. Al fin y al cabo, trataron de convencer a Orna de que no me engañase. Con ella las cosas siguen regular, pero hago un esfuerzo porque no quiero que piense que me ha vuelto a perder. Fui con Dylan a Irlanda para conocer el sitio donde nací y me encantó. En ese momento supe que no me importaría vivir allí siempre y cuando el rubio de ojos azules que me enamoró sin darme cuenta esté conmigo. Con él viviría hasta en la cima de una montaña perdida de la mano de dios.
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Me despierto con ganas de vomitar. No. No estoy embarazada. Lo puedo asegurar porque estuve en el hospital porque me desmayé y Darcy me llevó alarmada con los médicos. Me hicieron análisis de sangre y no ha bebé a bordo. Al parecer estoy más nerviosa de lo que pensaba por la boda y la mudanza porque Dylan y yo hemos decidido mudarnos a una casa. Los dos estamos un poco cansados de vivir en un piso. Queríamos jardín con piscina. Nos metimos en obras y todo ello me ha terminado pasando factura.
Por eso no me preocupa el hecho de que tenga náuseas. Hoy me caso. Voy a ser oficialmente la señora Turner. Por fin voy a tener un apellido, una identidad con la que sentirme yo misma. Por cuestiones legales me cambié el apellido por el que me correspondería por nacimiento, pero me sentía una extraña al llevarlo.
Shane llegó hace tres días de forma definitiva. Darcy lo niega, pero sé que en cuanto se tome un par de copas —o media— se va a lanzar a los brazos del chico que ama. Desde que rompieron se preocupa mucho por la vida a morosa de Shane, que por cierto está soltero.
Me pongo mi vestido de novia y sonrío. Es sencillo, de tirantes anchos con el cuello en V y liso. No tiene ni abalorios ni pedrería, mucho menos encaje, pero me hace sentir la reina de mi cuento. Trato de no emocionarme y lo consigo a duras penas. Darcy me coloca el velo con cuidado y del brazo de mi padre me dirijo al altar.
Ver a Dylan esperándome hace que se me corte la respiración. Está guapísimo, elegante y sexy. Respiro hondo y me centro en no pisar mi vestido y caer de bruces. Cuando llego a su altura veo un brillo de emoción en sus ojos.
—Te amo, pequeña —me susurra aprovechando que se acerca a mí para retirarme el velo.
—Yo también te amo, mi vida —respondo antes de que se aleje.
Intercambiamos los votos. Trato de no llorar y, a diferencia de Darcy que le roba el pañuelo del bolsillo a Shane, yo logro no derramar ninguna lágrima. Cuando el cura nos declara marido y mujer me abalanzo hacia mi marido, pero no le beso. Llevo necesitando su abrazo desde que desperté y cuando sus brazos me rodean no puedo sentirme mejor. Sé que él se siente igual porque cuando nos separamos todavía en la iglesia deja un largo beso en mi frente.
Una vez fuera de la iglesia y mientras los invitados nos lanzan el arroz le beso en la boca como también he querido hacer. Todos nos aplauden y vitorean y entonces confirmo que probablemente este será el día más feliz de mi vida.
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No me creo que ya les tenga que decir adiós a mis bebés.
Me ha encantado escribir esta historia. Muchas gracias por el apoyo.
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