Capítulo 4

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Madeline Duke

Sé que tiene miedo. Puedo sentir sus pensamientos, su temor hacia mí. Teme que la lastime, pero simplemente no puedo. Fácilmente le pude decir a los demás que era una aniquiladora, pero si lo hacía ellos podrían haberla atacado. Si conocen la verdad ya no la verán como amiga, sino como un peligro. Sé que ella no es responsable de todas las horribles cosas que han pasado. Todo dentro de mi ser lo sabe, aparte que una asesina a sangre fría no hubiese dudado y me hubiese matado en cuanto tuvo la oportunidad, pero ella tiene un alma pura y por esa razón no pudo. Lo tuvo todo para hacerlo, jamás esperé esa trampa, me debilitó en el suelo y vi la ballesta en sus manos. Sin embargo, no pudo, o no quiso. La veo a los ojos y sé que tiene un alma pura.

—No te haré daño —le digo, tratando de calmarla —. Créeme, si te como será de otra forma. —muerdo mi labio, teniendo miles de imágenes poco decentes.

Se me hace mucho más sencillo sentir los pensamientos de esta hermosa chica que con cualquier otra persona, e imagino que debe ser que en mi interior sé que es mi pareja. Los Inframundanos tenían el don de, como dicen los humanos, "leer los pensamientos" y aplicaban una especie de hipnosis a sus "víctimas" para poder alimentarse sin llamar la atención. De esos dones a los Infrahumanos solos se nos transfirieron variaciones. No tenemos el "leer", pero sí sentir, tener una idea de lo que la persona piensa; la hipnosis es un asunto perdido para la mayoría. Artemia es la mejor en cuanto a dones. Tal vez es la antigüedad, pero la he visto mirar a alguien y hacer que abandonen cualquier pensamiento racional.

Veo nuevamente a Kassie y la sensación de su temor casi me abruma. No deseo que me tema, quiero que esté a mi lado.

— ¿Qué? —el desconcierto se forma en su rostro y rio.

—Necesitamos hablar. Sé que tú no eres el aniquilador que busco, pero debes saber algo.

— ¿No necesitas descansar más? —pregunta, extendiéndome otro termo de sangre.

—Supongo, pero ¿cómo me aseguro de que ahora no saldrás corriendo? —levanto una ceja, cuestionándola.

—No lo haré. —contesta rápidamente.

— ¿Cómo confiar?

Ella parece dudar un poco y finalmente se rinde al no encontrar respuesta.

—No lo sé.

—Tengo una idea. ¿Por qué no nos recostamos ambas y descansamos?

— ¿Ambas? ¿Juntas? —sus cejas se levantan con asombro.

—Sí, ¿por qué no? —expreso con despreocupación, emoción burbujeando en mi interior.

Ella titubea y mira hacia los lados, como si esperara que algo llegara y le dijera que no debe hacerlo. Finalmente asiente. No le doy más tiempo a pensarlo y tiro de ella, todavía con el dolor que siente mi cuerpo por las recientes quemaduras. Con la mayor delicadeza posible la pongo contra la pared.

—Vamos, tú contra la pared. —le digo, acorralándola en el lugar.

Mi piel aún está muy sensible, como si fuera una delicada hoja que por cualquier movimiento se caerá. Aun así, el deseo de tenerla junto a mí mientras descansamos es mayor que el dolor. Al cabo se rinde y comienza a sacar sus sandalias. Está sentada en la cama y sigue pensando si es buena idea o no. La veo morderse el labio y levantar la mirada.

—Iré al sillón. —señala a un viejo mueble, haciendo el ademán de levantarse.

— ¿Y qué te escapes a mitad del día mientras duermo? —sonrío hacia ella —No lo creo. Aquí, en la cama, contra la pared. —intento sonar lo más sugestiva posible.

Crónicas de Vampiro// La Cazadora de VampirosWhere stories live. Discover now