Capítulo 1 /ein/

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Monasteria Lindisfarne, 793

Amelia junto a su hermano, se encontraban sentados bajo la sombra de un hermoso árbol como lo hacían siempre que él venía a visitar. A pesar de ser 10 años mayor y ser el futuro rey tenía tiempo para ella.

Debido a la muerte de su madre, fue llevada al monasterio Lindisfarne para que estuviera a salvo y así poder planear su futuro, podría ser la bastarda del rey, pero su padre y hermano la amaban con gran devoción.

-padre quiere saber si te están tratando bien- pregunto su hermano tomando la mano de ella.

-si Ecgfrith, todos son muy amables conmigo, dile al rey que agradezco su hospitalidad, apenas pueda regresare al país de mi madre- dijo Amelia mirando el mar, desde el lugar que se encontraba, la isla era hermosa.

-Amelia Bristol tu eres hija del rey y mi hermana y tu lugar esta acá con nosotros- dijo Ecgfrith mirándola

-soy la bastarda del rey-dijo Amelia cabizbaja, desde que sus padres le contaron la verdad le costaba mirar a su hermano, ella era la prueba de la infidelidad del rey.

-tu eres mi hermana, y no consentiré que nadie te haga sentir inferior, debes decírmelo de inmediato, cariño- dijo su hermano tomando su cara para que lo mirara- estas acá por tu seguridad, nuestro padre y yo estamos viajando mucho y no confiamos en nadie más, por eso estas acá.

-tranquilo hermano, nadie sabe quién soy, pero no puedo evitar sentirme así, cada vez que vienes, los monjes me miran como si fuese tu amante escondida, yo creo que hace meses están esperando que crezca mi vientre -dijo Amelia sonriendo

-cuantas veces te diré que no eres la bastarda del rey, eres su hija y mi hermana y sabes que te amamos- dijo su hermano

-sir Williams me dijo que solo me estabas utilizando y que pretendías quererme porque al ser mujer no soy una amenaza para ti, eso es verdad hermano-pregunto Amelia levantándose de su asiento y dando la espalda a su hermano-

-que? ¿Cuándo viste a ese bastardo? - pregunto Ecgfrith alterado tomando a su hermana del brazo para que lo volviera a mirar

-lo vi el día que murió mi madre, antes que tu llegaras y me trajeras acá, me dijo que tenia que tener cuidado, que yo seria utilizada para alianzas a futuro y que él me podría salvar- dijo Amelia llorando

-y dime hermanita le crees? - pregunto Ecgfrith secando sus lagrimas

-ya no se que creer, llevo 6 meses acá Ecgfrith, y me dijiste que solo saldría de esta isla una vez que el duque de Narmandia me aceptara como esposa, si eso no es una alianza a través de mí, no sé qué puede ser- dijo Amelia separándose de el

-no eres una alianza, ni intento manipularte, yo te amo de verdad y quiero que estes segura, la vida en la corte es complicada, son unos buitres y tu naciste fuera de ella -dijo el futuro rey- el duque es un muy buen amigo mío y sabrá cuidarte, al ser reconocida como hija legitima del rey, todos querrán manipularte y llegar a mí.

-y si no quiero ser reconocida por el rey, si no quiero que descubran que soy la hija bastarda que tuvo después que su reina muriera, no se casó con mi madre Ecgfrith, no nací dentro del matrimonio, sé que si lo hace tendrá que abdicar - dijo Amelia- y si vuelvo al país natal de mi madre, no...

-eso no está en discusión-la interrumpió Ecgfrith- te necesito conmigo, padre sabe lo que hace.

-no quiero que deje de ser rey por mi culpa- dijo Amelia abrazando a su hermano, luego se aparto para mirarlo y pregunto- estas seguro que estas listo para ser rey? Para llevar el peso de la corona

-estoy listo para que seas parte de mi vida y la del palacio-dijo Ecgfrith- y esta es la única solución, si tu madre hubiese hecho las cosas bien nada de esto habría pasado, ella hubiese sido reina y tu la princesa que eres.

Amando a un vikingoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora