Capítulo 8 一 SALVACION

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Pónganlo en bucle para mas disfrute 



*** SIGLOS ATRÁS ***


Pov. Xiao


Yo un simple peón de un dios codicioso, era solo un niño perdido, que era manejado al antojo de un deseo banal... más poder. Era un "demonio" con una orden, masacrar a los que se consideraban enemigos de mi dueño, la sangre corría por mis manos, la cordura ya no estaba en mi poder, era un niño con sangre mestiza... con un poder temido.

En mi mente yacían los incalculables gritos y sollozos de la gente que pasaron por mis manos y en mí boca el dulce sabor de sus sueños y esperanzas. El sonido de las cadenas de mis pies me eran el eterno recordatorio de que era esclavo de un "Dios mundano"... un "Dios avaricioso", pero era mi Dios... 

Aquel dios solo regresaba cuando obtenía algo valioso para él, humanas o humanos con ciertas características o piedras brillantes. Nunca entendí como es que todo eso era de gran valor, solo era un niño que no sabía lo que era el valor de algo, era una marioneta con el poder de destruir lo que estaba a mi paso. 

La nieve era lo único que me calmaba, en las orillas de una gran montaña se podia disfrutar del paisaje nevado, el frio calaba las plantas de mis pies desnudos, pero me ayudaba a limpiar la sangre que había en ellos... era extraño como simplemente presenciar la nieve me liberaba de aquella carga... tal vez porque aquel sonido incesante de mis cadenas desaparecía, la nieve amortiguaba el sonido y simplemente se escuchaba el tajante sonido de la briza fría de la montaña que chocaba entre mis cabellos y cara. Miraba detrás mío, nadie podría seguir mis huellas, la nieve y la briza las desaparecía, mi cansancio era notorio después de una gran batalla a un pueblo cercano. Conmigo traía un pequeño morral que contenía lo poco que había robado, fruta y pan, junto con trozos de tela que ahora serian una bufanda para mí.

Una cueva a la que solía habituar estaba muy cerca de aquel enorme estanque que los humanos llamaban "Mar", era el único lugar donde podia dormir en paz sin que me vigilara mi Dios. Me adentre en mi pequeño escondite, trabando en la nieve aquella espada manchada de sangre, al fondo de aquella pequeña cueva había un pequeño almohadón hecho con retazos de tela y paja. Aquel escondite lo había construido con mis propias manos hace tiempo atrás, era el único lugar al que podría llamar "hogar", aunque esas palabras no eran del todo claras para mí, después de todo ni si quiera sabía si tenía una familia. 

Y así eran todos y cada uno de mis días... vagando sin rumbo hasta que mi dios apareciese de nuevo.
Hasta que un día algo cambio, él me había encontrado, o más bien había encontrado mi guarida. Mi único lugar de escape.


一 Asi que aquí estuviste todo este tiempo... por eso nunca te lograba encontrar a los alrededores... estabas fuera de mi jurisdicción, maldito niño


Mi Dios me agarró de mis brazos jalándome hacia afuera de la pequeña cueva, con miedo y desesperación trataba de librarme de aquellas manos, peros sus uñas se enterraban con más fuerza, se notaba su enfado, después de todo era de su propiedad, su esclavo y nunca permitiría que escapase de sus manos, era su arma, su perro de luchas y sabía perfectamente que nunca me dejaría ir. 


一 Maldito niño, ¡aprenderás a nunca escaparte de tu Dios!, ¡Eres mío!... ¡Eres mi perro!

一 ¡Perdóneme! ¡Nunca fue mi intención escaparme de usted!


Aquel hombre con odio me aventó a un cumulo de nieve cercano, mi espalda se había chocado con una gran pared de roca dejándome sin aliento, aquel collar no me facilitaba las cosas. Mi Dios se acercó a mí, agarrándome por la cadena de mi cuello, me miraba con desprecio, como si fuera una basura para él. Un golpe seco resonó en aquel solitario lugar, la nieve pareciera que hizo silenció para dar a lugar un eco. Mi Dios me estaba dando una lección, golpe tras otro, con mis gritos ahogados pidiendo perdón. Aquel hombre satisfecho por sus acciones me aventó de nuevo pero esta vez con una patada, como si de un guijarro en su camino se tratara, aquella nieve blanca que tanto amaba se había pintado de un color carmesí, fruto de aquella golpiza de "Mi Dios". Podia ver en su cara una sonrisa de satisfacción, de triunfo...

Yo soy un inmortal 『Xiao y Tú』Where stories live. Discover now