Capítulo 2. Tu transparencia

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Llegaron a tiempo al sitio, por lo que no sintieron ninguna prisa de bajar.

- ¿alguna vez te imaginaste que pasaríamos por todo esto? –empezó la conversación el castaño-

- Realmente no –admitió con su vista posándose en el bello ramo adornado entre su regazo- siempre creí que conseguirías a una mujer hermosa y te casarías con ella enseguida –su voz se escuchaba con un ligero matiz de nostalgia, su rostro dejaba ver que sentía miedo por el paso que daría en su vida- nunca espere todo esto...

- Bueno... -el castaño se percató de todo, su miedo, su preocupación, sus ganas de que alguien le abrazara- debemos agradecerle a él que todo esto pudiera ser posible, ¿no es así?

- Si –sonrió con dolencia, justo ahora todo lo que minutos antes le emocionaba estaba tornándose horrible, confuso, preocupante- no finjas, sé que no te cae bien –le recrimino mirándole por el retrovisor-

- Tienes razón, no me agrada del todo –no le mentiría, nunca podría- pero es gracias a él que estamos por lanzarnos a toda esta aventura

- ¿no me dejaras solo?

- Jamás –se giró para no solo verle por el espejo- chuuya, no tengas miedo, todo estará bien

Una lagrima traicionera escurrió por el rostro del pelirrojo.

Una lagrima que demostraba lo aterrado que estaba en el fondo y que solo el castaño sabía, que dejaba su preocupación ser notoria para los ojos avellanas, que no daba lugar a las especulaciones, que gritaba en un silencioso sollozo que estaba cayéndose a pedazos de miedo a pesar de que sentía felicidad pura.

Dazai se alarmo por verlo en ese estado.

Corrió para bajar por su lado del auto llegar al del chico, abrió la puerta de golpe y le rodeo en un cálido abrazo.

- Cálmate, por favor –trato de reconfortarle- no porque pase todo lo de hoy dejaremos de ser los de siempre –Nakahara correspondió el gesto, aferrándose al cuerpo ajeno- estaré todo el tiempo que me necesites porque sé qué harás lo mismo... -acariciaba su cabello con dulzura y cuidado, tratando de decirle que todo estaría bien- podrás con esto y con mucho mas –escucho como el chico sorbía con la nariz al tiempo que sollozaba, sintiendo un pedazo de su corazón romperse con ello-

Chuuya elevo el rostro, dejando en claro con esos orbes índigos que permitían a los caudales de agua salada correr por sus pómulos sin obstáculos aparentes que estaba sufriendo un severo ataque de pánico.

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El paraguas oscuro le cubría de las gruesas gotas de agua que caían al concreto sin reparo mientras estaba parado frente al portal de aquella acogedora casa.

Estaba nervioso, desanimado, preocupado por su mejor amigo; no era un secreto que el chico pelirrojo estaba pasando por un momento terrible.

Él y su madre.

Y, si se lo preguntaban, el mismo estaba afectado por lo que había ocurrido... pero era mas importante el bienestar del muchacho que el propio.

- Dazai-kun –escucho que le llamaran suave a sus espaldas- ¿Qué haces aquí a estas horas?

- Buenas noches, Kouyou-san –se giró mientras saludaba de manera cordial- ¿chuuya está en casa?

- Si, lo está... -la mujer de cabellos rojos se veía cansada, y no era para menos, las noches en vela por lo que había ocurrido y las que estaba teniendo actualmente por la recuperación emocional de su pequeño hijo le estaban pasando factura- no ha querido salir desde... -ante el silencio entristecido de la mujer, el muchacho envolvió sus manos en las suyas-

Cinco RazonesWhere stories live. Discover now