Día 11

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— Chuuya no tienes porque irte con él, puedes pasar la noche aquí —

— anee san esta bien, Dazai solo va a llevarme a casa no se quedará conmigo, no te preocupes—

Para la mujer del kimono era prácticamente imposible no preocuparse, ella más que ningún otro estuvo presente en la fuerte recaída que tuvo el pelirrojo cuando se separó del castaño, lo vio llorar incluso intentar acabar con la vida de su hija, le tomó tanto tiempo ayudarle a salir adelante como para que en una sola tarde el culpable de su sufrimiento lo arrastrara de nuevo a ese foso de oscuridad.

— Chuuya no quiero que estes con él, esta bien puede conocer a la niña cuando nazca pero quiero que tu pases el menor tiempo posible con él, todo va demasiado bien y no necesitamos que tengas una recaída a pocas semanas de la fecha de parto —

— entiendo tu preocupación Kouyou nee, se que no puedo confiar en Dazai por eso el plan sigue en pie — no podía aceptar tan fácilmente que tendrían una hermosa y perfecta vida en familia, quizás el detective se mostraba arrepentido pero en cualquier momento podría volver a cambiar de parecer y abandonarlo sin importarle sus sentimientos

— lo tendré todo preparado en caso de que lo necesites antes —

— gracias anee san — rodeando sus hombros con ambos brazos se despidió de ella para volver con el padre de su hija al auto en el que lo llevaría a su apartamento.

Su relación no era algo que se podría reparar con un par de palabras bonitas y algunos regalos, la confianza del pelirrojo era algo que Dazai debia conseguir nuevamente por medio de sus acciones, tendría que ganarselo si quería volver a sentir sus dulces labios y de su boca escuchar cuanto lo amaba, tenía muy presente que lo sería algo que sucedería de la noche a la mañana.

Y sin duda se estaba esforzando por su perdon.

Cada mañana lo visitaba para desayunar juntos, compraba todos los antojos que el mafioso tenia y le llevaba aquellos postres de su restaurante frances favorito, conversaban por un largo tiempo sobre su pequeña, su nombre, el día del parto, teían que prepararse en caso de que ella decidiera adelantarse; después le ayudaba a limpiar un poco para evitar que se agotará innecesariamente, su hija había crecido bastante y Yosano le aviso que Nakahara comenzaría a tener dolores de huesos y espalda, solo quienes lo conocían a la perfección podían percatarse de lo cansado que se hallaba aunque este se esforzará por no demostrarlo y continuaba caminando con ese porte orgulloso que lo caracterizaba.

Así iniciaba su día a día antes de partir a la Agencia de Detectives y cumplir con sus obligaciones laborales.

Tal como fue pactado se esforzaba en terminar con el papeleo pendiente tras las misiones de campo, continuaba pareciendole tedioso y aburrido pero no necesitaba que Kunikida lo regañara y terminará avisándole a Chuuya que no estaba cumpliendo con lo acordado.

Durante su descanso del trabajo volvía a verlo esta vez en un punto medio entre su apartamento y el trabajo con el fin de comer juntos, esta vez su conversación giraba en torno a algunas preguntas sobre como se había sido su mañana y como se sentia, si la bebé se movía demasiado o no, su plática se centraba absolutamente en el mafioso, como si quisiera saber todo lo que no pudo cuando estaban separados.

Finalmente al caer la noche, tras concluir su turno laboral cenaban algo ligero y permanecía a su lado hasta que cayera dormido.

Así eran sus rutinas, algo pesadas, debía admitir que estaba cansado pues sus horas de sueño se vieron disminuidas pero todos sus sacrificios valían la pena por Chuuya y por su hija.

Siendo de esta manera durante aproximadamente  cuatro semanas.

El detective revisaba los mensajes que recién llegaban a su bandeja de entrada, las cosas pendientes por terminar en su trabajo para que le dieran un par de días libres tras el nacimiento de su pequeña, debía comenzar a planear como llevaría acabo la reciente solicitud con el fin de terminar a tiempo para la hora de la comida.

Una baja tonada comenzo a resonar en el diminuto cuarto de lavado, la ropa limpia estaba lista así que dejó su móvil a un lado y comenzó a colocarla en el lugar que le correspondía para que terminará de secarse, al salir el sol estaría lista y solo tendría que guardarla en los armarios.

Al terminar volvió a la sala principal donde había dejado al pelirrojo viendo un documental sobre madres primerizas en la televisión mientras disfrutaba de una caja de chocolates sin embargo lo encontró rendido entre los brazos de norfeo con una mano posada sobre su vientre ¿en que momento se había quedado profundamente dormido?

Su rostro reflejaba una expresión de completa tranquilidad, era evidente que no había podido dormir en las noches como era debido así que solamente colocó una ligera manta para cubrirlo del frío de los últimos días del invierno.

Tenía planeado preparar la cama pero el sonido bajo de un quejido lo detuvo.

—Chuu ¿te sientes bien? — regresó a su lado colocándose de rodillas delante suyo acariciando suavemente su gran barriga

— si... es solo que esta algo inquieta—  desde que Dazai había comenzado a frecuentar su hogar su hija había estado mucho más activa que antes, ella podía reconocer la voz de su padre aunque solo estuvo presente los primeros tres meses de embarazo.

— mi pequeña — le hablo el castaño acercándo su rostro para susurrarle — aquí estamos hija, tienes que descansar, lastimas a mamá —

— ¿ mamá? — el pelirrojo dio un largo suspiro cansino, no tenía ganas de pelear, de cierta forma ya se había resignado a que lo llamaran de esa manera

— falta poco para que estés a nuestro lado y te juro que voy a protegerlos—

Cada palabra que salía de su boca era tan sincera, tan real, tan llenas de amor, al parecer Dazai había cambiado de verdad se había hecho más responsable.

— Osamu... — lo llamó desviando la mirada algo ansioso por lo que iba a proponer — pasa aquí la noche, a ella le haría feliz —

— ¿solo a ella Chuu? — esbozo una ligera sonrisa reincorporándose para acercarse a su rostro, no podía soportarlo más, no podía contenerse, lo deseaba tanto, lo quería, lo necesitaba.

— también... creo que también a mi —

Su cuerpo se estremeció cuando las caricias del detective de hicieron presentes, fue innevitable dejarse llevar por su tacto, la forma en que manos recorrían su cuerpo, sus brazos, su mejilla acortando la distancia entre ellos.

— Osamu... — cerró sus ojos permitiendo que sus labios de unieran en un beso lento y dulce, un beso tan ansiado por ambos — yo... aun no te perdono por completo —

— esta bien se que no merezco tu perdon, continuaré esforzandome para que me aceptes por completo mi Chuchu—no iba a sobrepasar los límites, se conformaba con sus labios por ello lo cargo entre sus brazos para llevarlo a su alcoba dejando escapar en el camino una baja risilla divertida

— ¿de que te ríes bastardo? —

— continuas siendo ligero, no parece que estés comiendo para dos chibiko —

— ¿en serio? pensé que dirias que había subido mucho de peso, ¡parezco una bola!— elevó la voz dramatizando su estado, y aferrandose a su camisa oculto su rostro contra su pecho — no me gusta pensar que deje de ser atractivo —

— Chuuya para mi siempre serás hermoso y perfecto, aun más ahora porque llevas a nuestra hija — depósito un pequeño beso sobre su frente colocándolo con gran delicadeza sobre el mullido colchón — soy feliz de poder formar  una familiaa tu lado —

— si, yo también —

Poco a poco las dudas que los abrumaban comenzaban a disiparse y mientras más cerca estuvieran del día del parto estas terminarían por desaparecer.

Agosto de m-preg 2022 ☆ Soukoku  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora